París.- La revelación hoy de dos supuestas llamadas desde París al fiscal del caso de Dominique Strauss-Kahn que informaban de escándalos sexuales del exdirector gerente del FMI que habrían impedido su inmediata libertad reavivan en Francia la teoría del complot.
Según publicó en portada el diario «Liberation», un funcionario del Ministerio francés de Justicia y otro de Exteriores telefonearon al fiscal Cyrus Vance al día siguiente de que la limpiadora Nafissatou Diallo presentara una denuncia contra Strauss-Kahn, conocido como DSK.
La mujer acusó a DSK de agresión sexual en una habitación del hotel Sofitel de Nueva York el 14 de mayo.
En esas conversaciones, que el diario menciona tras consultar a tres fuentes diferentes no reveladas, trabajadores de la administración francesa bajo control de la gubernamental Unión por un Movimiento Popular (conservadora, partido del presidente Nicolas Sarkozy) ofrecieron a Vance otros datos sobre DSK.
Se trata, según el diario, de elementos sobre la presunta agresión sexual del socialista francés en París a la periodista Tristane Banon y la supuesta implicación de DSK en un entramado de prostitución en un hotel de la localidad francesa de Lille.
Las revelaciones, según ese diario francés de izquierdas, llegaron rápidamente de París a Nueva York (aunque no fueron conocidas para la opinión pública hasta después del escándalo de la suite 2806 de la planta 28 de ese exclusivo hotel de Manhattan) y truncaron las negociaciones de los abogados de Strauss-Kahn para que éste no tuviera que ingresar en prisión.
Al día siguiente de la presunta agresión, cuya causa penal terminó desestimando la justicia estadounidense, la defensa de DSK acordó con la fiscalía una fianza que rondaría los 250.000 dólares (unos 187.000 euros) para que el entonces favorito en las encuestas a un año de las elecciones presidenciales en Francia no acabase en la cárcel.
Pero cuatro horas más tarde, sus letrados recibieron una llamada de la oficina del fiscal explicándoles que «las cosas habían cambiado y que ya no había acuerdo sobre la fianza», según las fuentes del rotativo, que atribuyen el golpe de timón a las citadas llamadas desde París.
Finalmente DSK ingresó en la cárcel neoyorquina de Rikers Island, donde pasó cuatro días encerrado en una celda de 12 metros cuadrados, y que abandonó después de abonar un millón de dólares de fianza (cerca de 1,4 millones de euros).
La revelación sobre las llamadas se produce al día siguiente de que un vídeo difundido por la cadena «BFM TV» engordase un poco más la teoría de la conspiración, que en las últimas semanas ha ido resucitando un escándalo que había dejado de ocupar las portadas de los diarios.
La secuencia, grabada por parte de las cámaras de seguridad del hotel, muestra cómo DSK abona su factura en la recepción y abandona el hotel, y cómo después la limpiadora escenifica y relata la teórica agresión al ingeniero jefe de Sofitel y a un guardia de seguridad.
Tras escuchar su historia, éstos llaman a la policía para dar parte de la presunta agresión y pasan a una habitación diferente en la que, sin que nadie les vea -excepto la lente de una cámara de seguridad- se abrazan y bailan durante casi 12 segundos, en lo que parece una celebración espontánea.
El conjunto de la prensa coincide en que si bien las imágenes difundidas resultan sorprendentes, no establecen por sí mismas ninguna teoría de la conspiración.
El vídeo ya había sido descrito recientemente por el periodista de investigación Edward Epstein, el primero que volvió a la carga con la teoría del complot organizado, aunque las imágenes no habían trascendido a la luz pública.
Inicialmente, los responsables del grupo francés Accor, matriz de la cadena Sofitel, atribuyeron lo que en Francia se conoce como «el baile de la alegría» a una celebración de sus empleados por un resultado deportivo.
Sin embargo, el único evento deportivo de envergadura de aquel día en Estados Unidos fue un partido de baseball entre los Red Sox de Boston y los Yankees de Nueva York, que terminó varias horas después de la captura de las cámaras de seguridad.
En su nueva versión, el grupo asegura que los empleados no recuerdan por qué estaban tan contentos tras informar a la policía de la supuesta agresión sexual de la que había sido objeto una compañera y subrayan que las teorías «malintencionadas e infundadas» de que los vídeos demuestran «la implicación de Accor en un complot no tiene sentido».
«Son incapaces de recordar el motivo de esa escena», explica en la edición digital de «Le Monde» el secretario general de Accor, Pascal Quint, quien agrega que, según lo que se deduce de la investigación que ha desarrollado la cadena hotelera, estaban «aliviados al ver que se había llamado a la policía y que el hotel había hecho las cosas siguiendo las normas tras la agresión».
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