Discurso de Rendición de Cuentas ante la Reunión Conjunta de las Cámaras
27 de febrero 2012
Honorable Señor Presidente de la Asamblea Nacional, Dr. Reynaldo Pared Pérez;
Honorable Señor Vicepresidente de la República, Dr. Rafael Alburquerque;
Honorable Señora Primera Dama, Dra. Margarita Cedeño de Fernández;
Honorable Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Dr. Mariano Germán Mejía;
Honorable Señor Presidente del Tribunal Constitucional, Dr. Milton Ray Guevara;
Honorable Señor Presidente del Tribunal Superior Electoral, Dr. Mariano Rodríguez;
Honorable Señor Presidente de la Cámara de Diputados, Lic. Abel Martínez Durán;
Su Excelencia Reverendísima Monseñor Józef Weso¬lowski, Nuncio Apostólico de Su Santidad Benedicto XVI y Decano del Cuerpo Diplomático en la República Dominicana;
Honorable Señor Presidente de la Junta Central Electoral, Dr. Roberto Rosario Márquez;
Honorable Señora Presidenta de la Cámara de Cuentas, Dra. Licellotte Marte de Barrios;
Señores Ministros;
Honorables Miembros del Cuerpo Diplomático y Consular y de los Organismos Internacionales acreditados ante el Gobierno de la República Dominicana;
Honorables Miembros de la Asamblea Nacional;
Autoridades Civiles y Militares;
Invitados Especiales;
Señoras y Señores;
Pueblo Dominicano:
En ocasiones, al volar en helicóptero sobre el Gran Santo Domingo, contemplo, desde la altura, la notable transformación que esta ciudad ha experimentado.
Logro observar la amplitud de las avenidas, la circulación masiva de los vehículos, la construcción de los elevados, los edificios que lucen como verdaderos rascacielos, y, en fin, todo el espíritu de modernidad que se vislumbra desde el aire.
Al divisar semejante espectáculo, que me permite comparar a nuestra ciudad Capital con otras importantes ciudades del mundo, me digo para mis adentros, caramba, helo ahí, lo hemos logrado: el Nueva York chiquito.
Pero, además de la ciudad de Santo Domingo, grandes transformaciones se han llevado a cabo, en los últimos años, en distintas partes del territorio nacional.
Lo percibo, por ejemplo, cuando transitamos por la carretera que nos conduce de San Cristóbal a Baní; o cuando tomamos del 15 de Azua a San Juan de la Maguana.
La propia entrada de San Juan de la Maguana, con el Centro Regional Universitario de la UASD, el Parque Francisco Alberto Caamaño y la Plaza Cultural Juan Bosch, nos muestra como ha cambiado la fisonomía del Granero del Sur.
De San Juan pasamos por las Matas de Farfán, con la mayor parte de sus calles pavimentadas, y de ahí, en una carretera moderna, a Elías Piña, en cuya entrada lo que tenemos hoy día es un centro cultural, la Biblioteca Municipal y un instituto politécnico en lo que fuera la mansión de Trujillo.
Hacia el Este del país, nos encontramos con la evolución de Juan Dolio como centro turístico, con la rotonda y los puentes de San Pedro de Macorís a La Romana; con la hermosa entrada a Higuey y con el bello espectáculo de ver a El Seybo convertido en ciudad modelo de los Objetivos del Milenio.
Por el Cibao, los cambios se perciben por doquier. En los edificios que se construyen en San Francisco de Macorís y en Moca; en los negocios que se crean en La Vega; en la belleza de las carreteras de Constanza y Jarabacoa; y en el progreso y avance de todo género que se ponen de manifiesto en una ciudad tan imponente como Santiago de los Caballeros.
Pudiera hacer referencia a otras provincias y localidades del país, pero, en realidad, lo que quiero decir es muy simple, y es que durante los últimos siete años y medio, a pesar de las adversidades y de las dificultades a que hemos tenido que enfrentarnos, la República Dominicana, debido al esfuerzo de un pueblo trabajador y con espíritu de superación, y un Gobierno preocupado en aplicar políticas públicas adecuadas, hoy puede mostrar con orgullo que se ha ido transformando en una sociedad próspera y moderna.
Para que podamos apreciar cómo se ha ido operando este profundo cambio, es importante indicar que para el año 2004, el Producto Interno Bruto, es decir, la capacidad de generación de riquezas del país en un año, era de 22 mil millones de dólares, y para el 2011, era de 55 mil millones de dólares.
Todo esto quiere decir que en casi ocho años, nuestro país incrementó en dos veces y media su capacidad de generación de riquezas, y esa es una hazaña que no se había producido en ningún momento de nuestra historia.
Es evidente que si la riqueza del país se multiplicó de manera tan notable en tan corto período de tiempo, esta debió haberse reflejado en la diversidad de actividades económicas que se realizan en el país.
En efecto, así lo podemos comprobar con lo que ha acontecido con las ventas de las cadenas de los supermercados Nacional, Jumbo, La Despensa, Bravo, La Cadena, Pola, Olé y Carrefour.
En el 2004, estos negocios tuvieron ventas equivalentes a más de 20 mil 824 millones pesos; y en el 2011, estas fueron superiores a 41 mil 605 millones de pesos, lo que representa un aumento de 100%.
Por su parte, Plaza Lama, Almacenes Rodríguez, Sema, El Canal, Distribuidora Corripio y Multicentro La Sirena, en el 2004, vendieron electrodomésticos por un valor de 6 mil 690 millones de pesos, al tiempo que en el 2011 fue de 23 mil 392 millones de pesos, para un incremento de 249.6%.
Por las empresas a que hemos hecho referencia, podría pensarse, erróneamente, que la expansión de nuestra economía sólo ha favorecido a los grandes establecimientos comerciales.
Pero no es así. En el caso de las medianas y pequeñas empresas, tenemos que sus ventas totales en el 2004 fueron de 107 mil 992 millones de pesos.
Para el 2011, crecieron en un 251%, con ventas equivalentes a 379 mil 254 millones de pesos.
Pero si esto último resulta impresionante, en el caso del sector servicios es aún mayor, pues de ventas por valor de 4 mil 728 millones de pesos, en el 2004, se dispararon a 54 mil 678 millones de pesos.
Eso fue, señoras y señores, una diferencia de 1,056%.
En los barrios pobres de las ciudades, los colmados, debido, fundamentalmente, al Programa de Solidaridad, que tiene un presupuesto anual de 8 mil millones de pesos, se convirtieron en clientes fijos del Gobierno, y, por consiguiente, han podido contar con ingresos permanentes para el sostenimiento de sus negocios.
Las plazas comerciales se multiplicaron por distintas partes del territorio nacional. Se abrieron sucursales en las principales ciudades del interior, y todo debido al hecho de que durante los últimos ocho años, a pesar de todas las vicisitudes y de todas las dificultades, el Producto Interno Bruto creció, como pocos países en el mundo, a un promedio anual de 7.1%.
Honorables miembros del Congreso Nacional:
En el año que acaba de transcurrir, a pesar de un entorno internacional adverso, nuestra economía creció en 4.5%, superior al promedio de América Latina, que fue de 4.3%.
Se crearon más de 160 mil nuevos empleos netos y se logró la recuperación de las zonas francas que crecieron en 14.1%, revirtiendo, de esa manera, el desempeño negativo que se venía registrando desde el 2006.
Se destaca el crecimiento astronómico de la minería en un 79.7%, sector de gran potencial para el presente año 2012, cuando continuarán las extracciones de ferroníquel, por parte de la empresa Falcondo Xtrata, y se iniciará la explotación del oro, en Pueblo Viejo, Cotuí, por parte de la Barrick Gold Corporation, con altos precios internacionales.
Otro sector a destacar, orientado al exterior, lo constituye el turismo, por ser la principal actividad generadora de divisas del país, y de gran incidencia en el resto de la economía.
El turismo, medido a través de las actividades de hoteles, bares y restaurantes, creció, en el 2011, 4.8%.
La llegada de visitantes no residentes por vía aérea aumentó en más de 180 mil personas, logrando que el número de turistas que nos visitó durante el año pasado superase los 4.3 millones.
El aumento del flujo turístico, combinado con un incremento de 5.2% en el gasto promedio por turista, han logrado que los ingresos por este renglón alcanzaran el máximo histórico de 4 mil 353 millones de dólares.
Las demás actividades económicas mostraron también crecimiento, destacándose la manufactura local, 5.1%; la agropecuaria, 5.5%; la intermediación financiera y seguros, 4%, y el comercio, 4.3%.
Por su lado, las exportaciones se incrementaron por encima de 1 mil 782 millones de dólares, algo sin precedentes de un año a otro.
En el área de zonas francas, alcanzaron una cifra record de 4 mil 844 millones de dólares, un crecimiento de 15.8% con respecto al 2010.
El sector fue impulsado, fundamentalmente, por el área de productos médicos, el cual pasó a ocupar el primer lugar dentro de los productos exportados por las zonas francas del país, seguido por las confecciones textiles.
En adición, nuestras zonas francas se han posicionado en la actualidad como el principal proveedor al mercado norteamericano de cigarros, el segundo en hilo dental, el cuarto en instrumentos médicos, el quinto en calzados para hombres, el sexto en interruptores eléctricos y el octavo en joyería.
En lo relativo a las remesas, los envíos de los dominicanos ausentes han sido de los menos impactados por la crisis global respecto a otros países de América Latina.
Mientras que, por ejemplo, las remesas disminuyeron en otros países de América Latina, en el 2011, los envíos de nuestros compatriotas en el exterior fueron de 3 mil 200 millones de dólares, un incremento de 6.7% con relación al 2010.
Desde aquí, desde el corazón de la República, les enviamos un saludo y un reconocimiento especial a nuestros hermanos y hermanas dominicanos en el exterior, que nunca, bajo circunstancia alguna, olvidan a los suyos y a la Patria en su conjunto.
La inversión extranjera directa tuvo en el 2011 uno de sus mejores años, con un aumento de 474.8 millones de dólares.
Ese incremento colocó la totalidad de la inversión el año pasado en 2 mil 371.1 millones de dólares, lo cual pone de relieve como, hoy día, la República Dominicana se consolida como uno de los principales destinos de inversión en Centroamérica y el Caribe.
Y eso, Señores Legisladores, es una muestra de la confianza que tienen los inversionistas extranjeros en la estabilidad económica, institucional y política que impera en la República Dominicana.
En lo que respecta a la tasa de cambio, en el 2011, cuando prácticamente toda América Latina experimenta volatilidad cambiaria, el peso dominicano mantuvo su estabilidad, depreciándose en tan sólo 3.3% frente al dólar estadounidense, muy por debajo de los niveles de inflación.
En un extremo, tenemos a países como México, Brasil y Chile que experimentaron depreciaciones superiores al 10% el año pasado, mientras que, por el contrario, las monedas de Paraguay, Guatemala y Perú, mostraron apreciaciones superiores al 2%, las cuales perjudicaron la competitividad de sus exportaciones.
Me resultó satisfactorio leer en diciembre del año pasado la nota sobre el balance de los logros del 2011 y desafíos para el 2012, presentada por la prestante dama, doña María Victoria Menicucci, Presidenta de la Cámara de Comercio de Santiago, al indicar:
“2011, año positivo, porque la economía dominicana se mantuvo estable, lo que permitió el desarrollo de los negocios, la creación de nuevas empresas y la captación de inversión extranjera en montos importantes que mantienen a la nación como líder en este renglón en Centroamérica y el Caribe.”
Señores miembros del Senado y de la Cámara de Diputados:
Los logros alcanzados por la República Dominicana durante el 2011, pueden apreciarse aún mejor cuando se toma en consideración que se produjeron en un contexto en que todavía la economía global no ha logrado superar la situación de recesión que empezó a incubarse desde fines del año 2007.
Pero aún antes de esa crisis financiera global, desde el 2006 se había estado gestando otra gran crisis, que fue la de los precios de los alimentos y el petróleo, que en su momento más álgido, en el 2008, llegó a coincidir con la quiebra de bancos en Estados Unidos y Europa.
Los altos precios del petróleo hicieron que el costo de la factura petrolera en la República Dominicana, durante los últimos ocho años superara el monto de los 23 mil millones de dólares, esto es, más de dos veces el promedio anual del periodo 2000 – 2004.
Eso ha representado un gasto adicional de 5 mil 328 millones de dólares, que ha reducido la capacidad de inversión a la economía y ha significado una presión a la estabilidad macroeconómica que sólo por la prudencia y capacidad ejecutoria de la presente administración, hemos podido resistir.
Con los incrementos y la volatilidad de los precios de los alimentos en el mercado internacional, se suscitó una amenaza a la seguridad alimentaria y a las necesidades nutricionales de la sociedad dominicana.
Ante esta misma Augusta Asamblea llegué a sostener que una de las razones que había contribuido a esa alza desmedida y a la volatilidad de los precios de los combustibles y de los alimentos, había sido la especulación financiera en los mercados a futuro de esos productos.
Entonces sostuvimos que se trataba de un acto inhumano, que estaba provocando mayor pobreza e inestabilidad social, no sólo aquí, en la República Dominicana, sino en distintas partes del mundo.
Por esa razón, dijimos que no nos quedaríamos de brazos cruzados frente a esa situación injusta. Que levantaríamos nuestra voz de protesta y de indignación en los foros internacionales, con la finalidad de generar una reacción en su contra.
Así procedimos, y como resultado, obtuvimos el respaldo de numerosos Jefes de Estado y de Gobierno, de distintas partes del mundo, entre los cuales se encuentran la Reina Isabel II, de Inglaterra; el Rey Juan Carlos, de España; la Reina Beatriz, de Holanda; la canciller Angela Merkel, de Alemania; el presidente Nicolás Sarkozy, de Francia; y el primer ministro de la India, Manmohan Singh.
Con posterioridad, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó a unanimidad, sin un solo voto disidente, una resolución propuesta por la República Dominicana, a los fines de lograr un consenso para la transparencia de los mercados a futuro de productos básicos.
La República Dominicana no es una potencia militar. Tampoco es una nación económicamente fuerte o políticamente prominente en el plano internacional.
No obstante, a pesar de no ser una fuerza influyente en otras áreas de las relaciones internacionales, la República Dominicana, debido a la fuerza de una idea, a su gran sensibilidad, voluntad de trabajo y tenacidad, logró que el mundo entero se inclinase ante la justeza de los principios, la validez de los criterios y la dignidad de la causa que defendía.
Y eso, Honorables Legisladores, es para que figure de manera permanente, en tinta indeleble, en los anales de la historia y en el orgullo del pueblo dominicano.
A pesar de las perturbaciones ocurridas fuera de las fronteras de la República Dominicana, la economía dominicana ha mantenido un comportamiento macroeconómico ordenado, en el marco de los acuerdos Stand-by firmados con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2005 y 2009, los cuales han sido exitosos.
En ambos acuerdos se han realizado 14 revisiones, de las cuales ocho correspondieron al primer acuerdo (2005 – 2008), y las seis restantes al más reciente (2009 – 2012), cumpliéndose con las condicionalidades establecidas en los mismos, lo cual no tiene precedentes en la historia nacional.
¡Cuán diferente es esa situación a la de la administración que nos antecedió en la conducción de la vida pública nacional, que sólo pudo aprobar una revisión de un primer acuerdo y ninguna de un segundo, convirtiéndose, por esa razón, tal vez, en el único acuerdo nati – muerto en la historia del Fondo Monetario Internacional!
En estos momentos, para nadie es un secreto que las conversaciones con el Fondo para las últimas dos revisiones del presente acuerdo, han estado afectadas por la posición de dicho organismo de incrementar en un monto importante la tarifa eléctrica.
Ha sido nuestro deseo conocer las dos revisiones faltantes del acuerdo con el organismo crediticio internacional, pero nada es más sagrado para nosotros que preservar la paz social del pueblo dominicano, y por tales motivos, nos hemos visto compelidos a señalarle al FMI, que no habrá aumento de la tarifa eléctrica a los usuarios nacionales.
De todas maneras, hemos mantenido el diálogo abierto y las buenas relaciones con el FMI, como este mismo lo ha reconocido, siempre en búsqueda de alternativas que puedan ser factibles para ambas partes, en particular ahora que culmina la vigencia del Stand – by que firmamos en octubre del 2009.
Señoras y Señores:
Además de la crisis por la especulación financiera de los precios de los alimentos y del petróleo, así como de la crisis financiera global, ambas de origen externo, al asumir nuevamente la Presidencia de la República en el 2004, el país se encontraba afectado por una crisis económica generada por la infortunada gestión del Gobierno que nos precedió.
En un informe elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist, titulado, La República Dominicana: Hacia un Nuevo Modelo de Desarrollo, se establecía que las causas de la crisis financiera del 2003, fueron, principalmente, las siguientes:
“1. Desbalances macroeconómicos causados por una política fiscal demasiado expansiva, unido a una demanda externa débil que llevó a la depreciación del peso a finales del 2002.
2. Inadecuada supervisión y regulación del sistema bancario.
3. Decisión de las autoridades monetarias de compensar completamente a todos los depositantes, incluyendo a los de off – shore.
4. La naturaleza dolarizada del balance general del sistema financiero; y finalmente, la falta de credibilidad de las políticas gubernamentales.”
La gravedad de la crisis financiera se aprecia en el hecho de que los activos totales del sistema financiero dominicano se encontraban en 365 mil millones de pesos en el 2004.
En el 2011, esos activos ascendieron a 890 mil millones de pesos, registrando un incremento absoluto de 525 mil millones de pesos, equivalente a una variación de 95.2%.
En el 2004, la cartera de crédito del sistema financiero era de tan sólo 176 mil millones de pesos.
En el 2011, como resultado de las políticas del Gobierno, el crédito se recuperó, y hoy se calcula en 499 mil millones de pesos, tres veces más que lo de ocho años atrás.
El patrimonio neto del sistema financiero, que en el 2004 acumulaba 45 mil millones de pesos, ascendió a 104 mil millones en el 2011, resultado del aumento de los niveles de capitalización de las entidades de intermediación financiera.
La crisis financiera del 2003 deterioró el índice de solvencia de la banca múltiple dominicana, llevándolo a 8.8%, por debajo del 10% requerido por la ley sobre la materia.
Hoy, sin embargo, el índice de solvencia se sitúa en 17.45%, nivel superior al requerimiento de la Ley Monetaria y Financiera.
Un pilar fundamental para preservar la estabilidad macroeconómica, inspirar confianza y propiciar un clima favorable de inversión, han sido las reservas internacionales del Banco Central.
En agosto del 2004, las reservas internacionales netas fueron de 352 millones de dólares.
En el 2011, el nivel de reservas internacionales netas del Banco Central, como hemos dicho, era de 3 mil 638 millones de dólares, que comparadas con las del 2004, representa una proporción 10 veces mayor.
Ese es un signo revelador que explica como la confianza regresó y se quedó en el gobierno del Partido de la Liberación Dominicana.
Con respecto al mercado cambiario, en el 2004, el peso dominicano perdió más del 70% de su valor frente al dólar, y la tasa de cambio llegó a estar a RD$55.47 por dólar, mientras que el año pasado las operaciones fueron a final de diciembre de RD$38.90 por dólar.
Eso significa que en estos dos gobiernos del PLD, el peso dominicano no sólo no ha perdido valor, sino que se ha fortalecido en un 42%, con lo cual hemos superado de manera notable la situación de ansiedad e incertidumbre que caracterizaba el mercado cambiario con anterioridad a nuestra llegada al gobierno.
La política fiscal encontrada en el 2004 era catastrófica. Para esa fecha, éramos un país estigmatizado en los mercados financieros internacionales, dados los atrasos acumulados en el pago de la deuda externa e interna.
El acceso al crédito internacional estaba cerrado y la deuda dominicana era calificada como basura, ya que fue rebajada por las agencias calificadoras de riesgo a los niveles de CCC.
En la actualidad, la deuda dominicana se encuentra en B+ y con una perspectiva estable.
Al terminar el Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana en el 2000, la deuda consolidada del sector público apenas representaba el 18.4% del PIB.
Cuatro años más tarde, producto del desastre económico desatado por la administración que nos antecedió, la deuda consolidada aumentó al 48.2% del PIB, casi dos veces y media el nivel que habíamos dejado durante nuestra primera gestión de Gobierno.
Al terminar el 2011, la deuda consolidada representa el 37.6% del PIB, muy lejos del nivel del año 2004.
Cuando entregamos el gobierno en el 2000, la deuda externa en relación con el PIB representaba el 11.7%.
En el 2004, la deuda externa en relación al PIB se había más que duplicado, representando el 24.5% del PIB.
En la actualidad es de 20.5%, esto es, 4.1 puntos porcentuales por debajo del nivel que tenía en el 2004.
Eso significa que a pesar de las distintas adversidades, hemos mejorado la capacidad de pago del país, bajando el coeficiente de deuda con respecto al producto, que es la manera de realmente medir el nivel de la deuda.
La deuda externa dominicana, en relación al PIB, es relativamente baja. Es, por ejemplo, menor que la de Nicaragua, que es de 60.3% respecto del PIB, que la de Jamaica, 60.1%; El Salvador, 46.6%; Panamá, 39.4%; Argentina, 36.4%; Uruguay, 33.5%; Bolivia, 32.7%; Perú, 26.3%; Costa Rica, 24.9%; Ecuador, 24.8%; Honduras, 24.6%; Colombia, 22.9%; y Paraguay, 21.8%, según datos de CEPAL.
En relación con los países europeos, esta comparación es aún más notoria. Grecia tiene un nivel de deuda de 153.1% del PIB; Portugal, 101.8%; Italia, 100.4%; Irlanda, 98.8%; Francia, 81.0%; Bélgica, 79.9%; Hungría, 74.5%; Reino Unido, 72.9%; Alemania, 57.2%; y España, 56%, de acuerdo a datos del FMI.
Es la visión internacional que se tiene de la República Dominicana lo que nos ha permitido, en los últimos tiempos, hacer tres colocaciones exitosas de bonos en los mercados internacionales.
En abril del 2010, colocamos 750 millones de dólares, a pesar de la incertidumbre en los mercados financieros, a una tasa de 7.5%, mucho menor que la que se pagó en el 2001 y el 2003.
La percepción del mercado internacional sobre la economía dominicana continuó mejorando, y luego, en julio del 2011 se realizó una colocación de 500 millones de dólares, después de haber recibido demandas de casi 3 mil millones de dólares.
Esa segunda colocación de bonos se hizo a una tasa de 6.95%, inferior inclusive a la que habíamos realizado el año anterior.
Posteriormente, en noviembre del 2011, se realizó otra colocación, esta vez por 250 millones de dólares, con una tasa de 6.87%, la menor en la historia de las colocaciones de bonos globales dominicanos.
Por cierto, en septiembre del 2011, realizamos el último pago del bono soberano de 500 millones de dólares colocados en el 2001.
En el caso de la deuda interna, si bien su nivel en el 2011 es superior a la del 2004, eso se explica porque entre el 2007 y el 2008, el Gobierno emitió bonos por valor de 2 mil 300 millones de dólares para capitalizar el Banco Central, lo que elevó la deuda interna nacional.
Pero una vez más, esto último sigue siendo uno de los resultados nefastos de la crisis financiera causada por la anterior administración, la cual se extenderá, por lo menos, durante los próximos 15 años.
Si hoy se paga más por el servicio de la deuda, en gran medida se debe a que este gobierno tiene que asumir el pago de los intereses de la deuda del Banco Central, el cual en el 2011 representó el 0.9% del PIB.
Por otra parte, es importante señalar que en el periodo 2000 – 2004, el crecimiento anual de la economía fue apenas de 2.2% promedio anual.
En los años que corren del 2004 – 2011, como ya dijimos, fue de 7.1% promedio anual.
Eso significa que durante las gestiones de gobierno que he tenido el honor de presidir, la economía ha crecido a un ritmo 3.5 veces superior al del gobierno que nos antecedió.
¡Cuán grande es la diferencia entre una gestión y otra!
Ese crecimiento se ha reflejado en la gente, lo que se demuestra por el incremento de la renta per cápita.
En el 2004, este ingreso promedió 2 mil 548 dólares, mientras que en el 2011 fue de 5 mil 406 dólares, esto es, más del doble del periodo anterior.
En los últimos ocho años, la tasa de inflación en la República Dominicana se ha mantenido en un dígito, con una media anual de 5.9%.
Eso, por supuesto, contrasta con la inflación a mayo del 2004, que registró un record negativo de 65.29%.
En otras palabras, lo que queremos decir es que lo que en diciembre del 2003 tenía un valor de RD$100.00, pasó a costar RD$165.29 en el 2004, algo verdaderamente exasperante e inaguantable para la población dominicana.
En el 2004, el 19.7% de la población económicamente activa estaba sin empleo. Eso quiere decir que casi uno de cada cinco dominicanos se encontraba desempleado.
Ocho años después, la tasa de desempleo ha caído a 13.5%, nivel inferior inclusive al dejado en el 2000 por el primer gobierno peledeísta, que fue de 13.9%.
Pero además de esa disminución en la tasa de desempleo, entre 2004 y 2011, la población ocupada se incrementó en 751 mil 400 personas.
Las ventas de productos agrícolas al exterior, las cuales son hoy cinco veces mayores que hace ocho años, pasaron de 85.7 millones de dólares en el 2004 a 454.6 millones en el 2011.
Durante los años 2004 – 2011, el país recibió inversión extranjera directa por un monto superior a los 12 mil 500 millones de dólares, lo que constituye un promedio anual de 1 mil 792 millones.
Ese promedio es el doble de la media anual del flujo de inversión extranjera recibida por el país en el periodo 2000 – 2004.
No creemos, señoras y señores, que estaríamos incurriendo en algún acto de exageración o de autocomplacencia, si afirmásemos que como resultado de la aplicación de políticas adecuadas por parte del gobierno, logramos superar la situación de crisis del año 2004, y hoy, efectivamente, debido a eso, la República Dominicana se encuentra mejor que ocho años atrás.
En los últimos cuatro años, el déficit del sector público no financiero se ha mantenido próximo al 2.9% del PIB, mientras que el déficit del sector público consolidado, que incluye al Banco Central, se ha situado alrededor del 4% del PIB.
Ese déficit se ha debido, esencialmente, a la política adoptada por el gobierno de no transferir todo el aumento de los precios del petróleo a la tarifa eléctrica, subsidiar los precios de varios productos alimenticios y el consumo del GLP a los sectores más pobres de la población.
Ese nivel de déficit no se compara, ni remotamente, con los déficit que superan el 10% del PIB, en algunos de los países desarrollados de Europa y Asia.
En el caso dominicano, el déficit del sector público no financiero está vinculado a las transferencias que han tenido que hacerse al Banco Central, para fines de su recapitalización, como he señalado, y a la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales.
En casi ocho años, del 2005 al 2011, el gobierno transfirió a la CDEEE, 180 mil 101 millones de pesos y al Banco Central, 60 mil 700 millones de pesos.
En conjunto, dichas transferencias tienen un valor equivalente al 2.7% del PIB.
Ahora bien, como resultado de la crisis global y de los cambios tributarios resultantes del acuerdo RD – CAFTA, nos vimos obligados a iniciar un proceso de reducción del gasto del gobierno, que, de un 18.9% del PIB en el 2008, disminuyó a un 16% el año pasado.
A todas luces, eso desmiente las aseveraciones de que en esta administración, el gasto público ha sido excesivo.
¿Quién ha gastado más en sueldos y salarios, la pasada gestión de gobierno del 2000 al 2004, o la que en estos momentos dirige los destinos de la vida nacional?
Durante la pasada gestión, el gasto anual en sueldos y salarios promedió 4.9% del PIB.
En el actual gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, el gasto anual promedio por ese mismo concepto, ha sido de 3.7%, o sea, 1.2 puntos porcentuales por debajo del promedio del gasto en sueldos y salarios de la administración que nos precedió.
El 83% de la empleomanía del gobierno está concentrada en cuatro instituciones, Educación, Salud Pública, Fuerzas Armadas e Interior y Policía, las cuales, como reconoce toda persona sensata, son vitales para la garantía del orden y el bienestar social del pueblo dominicano.
De manera, pues, que el actual gobierno de la República Dominicana, en lugar de ser despilfarrador y dispendioso, como aseguran sus críticos más acervos y enconados, es uno que ha sido responsable en la ejecución del gasto público y defensor del patrimonio nacional.
Honorables Miembros de la Asamblea Nacional:
En el período 2000 – 2004, según estudios realizados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los índices sobre la seguridad agroalimentaria de la población dominicana disminuyeron sustancialmente y la pobreza aumentó un 25%, debido a un incremento significativo en los niveles de precios de los productos de primera necesidad y a la disminución del poder adquisitivo de la población en general.
La agropecuaria vivía una crisis económica reflejada en el decrecimiento del sector, elevada inflación, altas tasas de interés bancario y una agobiante devaluación monetaria.
Durante nuestra gestión, hemos podido revertir la situación que imperaba durante la gestión 2000 – 2004, a pesar de que, en algún momento, para descalificar las estadísticas presentadas por nuestro gobierno para rendir cuentas acerca de la conducción de la economía, se ha sostenido, de manera sarcástica, que los pueblos no comen números.
Es verdad, los pueblos no comen números. Pero lo cierto es, también, que los números expresan lo que los pueblos comen.
En tal virtud, cabe señalar que en el 2004, la producción de arroz fue de 8 millones 263 mil quintales, mientras que en el 2011 alcanzó la cifra de 12 millones 150 mil quintales, para una variación de 47%, es decir, 3 millones 890 mil quintales más.
En el 2004, hubo una producción de 502 mil 966 quintales de habichuelas. Para el 2011, esa producción había subido a 760 mil 246 quintales, para un aumento de 51.2%.
En el 2004, se produjeron 137 millones de unidades de pollos. En el 2011, 174 millones de unidades, para un aumento de 26.6%.
En el 2004, hubo una producción de 1 mil 186 millones de unidades de huevos. El año pasado, esa producción llegó a 1 mil 936 millones de unidades, para un incremento de 63.3%.
En el 2004, se llevó a cabo una producción de leche de 384 millones de litros, mientras que en el 2011 fue de 755 millones de litros, para un aumento de 96.6%.
En el 2004, hubo una producción de carne de res de 595 miles de toneladas métricas. En el año que acaba de transcurrir, fue de 700 mil toneladas métricas.
Ocho años atrás, la producción de plátanos en el país fue de 1 millón 161 mil 704 unidades. El año pasado fue de 1 millón 881 mil 336 unidades, para un incremento de casi 62%.
En el 2004, se produjeron 19 millones de racimos de guineos, al tiempo que en el 2011, esa cantidad se situó en 33 millones de racimos, con lo cual se produjo un aumento de 77.2%.
En resumen, señoras y señores, lo que podemos decir es que durante la actual gestión de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, el pueblo dominicano ha consumido más arroz, más habichuelas, más pollo, más huevos, más carne de res, más plátanos, más guineos y ha tomado más leche que ocho años atrás.
Desde nuestra primera gestión de gobierno, había estado sosteniendo que un elemento fundamental de la modernidad tenía que reflejarse directamente en los hogares, y por tal motivo, argumentaba que había que sustituir las tinajas por neveras, los molinillos por licuadoras y los anafes por estufas.
En efecto, durante los últimos ocho años hemos avanzado de manera impresionante en esa dirección.
Por ejemplo, en el año 2004 se importaron 103 mil 313 unidades de neveras en el país; pero el año pasado, en el 2011, la cifra fue de 256 mil 586 neveras, para un incremento de 148.4%.
Es tanto el avance que hemos hecho en ese renglón que salvo en comunidades rurales remotas, podría decirse que las tinajas constituyen una reliquia del pasado.
Ocho años atrás, el país importó 178 mil 564 estufas, al tiempo que el año pasado fue de 421 mil 514 estufas, esto es, una variación de 136%.
De igual manera, de 130 mil 091 lavadoras, que fueron traídas en el 2004, ahora resulta que el año pasado se incrementaron en un 70.3%, para llegar al nivel de 221 mil 548 unidades.
Con las licuadoras, el incremento fue de 105%, al pasar de un grado de importación de 116 mil 924 unidades a 240 mil 019.
En lo que respecta a televisores, en el 2004 sólo se importaron 82 mil 533 unidades. Sin embargo, en el 2011, el volumen de importación llegó a 298 mil 918 unidades. Eso representó un astronómico aumento de 262.2%.
El año pasado, se trajeron al país 57 mil 717 vehículos, entre nuevos y usados, frente a 31 mil 935 en el año 2004, para evidenciar de nuevo, en un caso concreto, las diferentes maneras de conducir la economía.
Es probable que alguien sostenga que el acceso y consumo de neveras, estufas, televisores, lavadoras, hornos de microondas y vehículos de motor no representa o constituye progreso y bienestar para las familias.
Sin embargo, es bueno recordar que aún en el país económicamente más poderoso del mundo, los Estados Unidos, acceder a esos bienes se le conoce con el nombre de “el sueño americano”.
Estableciendo una analogía, por aquí, en la República Dominicana, a esa aspiración bien podríamos denominarle “la ilusión dominicana”.
No obstante, donde verdaderamente se ha producido el gran salto hacia la modernidad de la sociedad dominicana es con la importación de unidades de computadoras, lo cual ha significado el pleno ingreso del país al siglo XXI.
En el 2004, la cantidad de unidades de computadoras importadas fue escasa, de tan sólo 13 mil 794. En el 2011, por el contrario, fue de 216 mil 147, para un aumento espectacular de 1 mil 467%.
Esto, sobre todo, en un renglón que en el mundo contemporáneo se ha convertido en el instrumento fundamental para obtener información, incrementar la productividad, la competitividad, el desarrollo de la capacidad creativa y la innovación.
Ese solo hecho permite establecer la diferencia radical entre dos administraciones, portadoras de objetivos y de modelos de desarrollo diferentes, separados el uno del otro, como el día de la noche y el cielo del mar.
Honorables Legisladores:
La sociedad dominicana reconoce el papel que desempeña la educación para apoyar el pleno desarrollo de niños, jóvenes y adultos; generar equidad; crear oportunidades múltiples y construir ciudadanía.
Un primer objetivo a lograr se refiere al acceso y cobertura del sistema escolar; y hoy podemos afirmar, con satisfacción, que en el rango que corresponde a los niños y niñas que deben estar matriculados en el nivel básico, este alcanza un 97%.
Pero, además de promover la cobertura universal al sistema educativo, es importante prestar especial atención al diseño curricular, ya que se trata de determinar el conjunto de conocimientos y destrezas que los estudiantes deben aprender para integrarse como sujetos productivos a la sociedad.
Durante estos años, como resultado del Foro Presidencial por la Excelencia Académica y el Plan Decenal de Educación, 2008 – 2018, se ha ido desarrollando el nuevo curriculum, que al mismo tiempo contempla la metodología y el sistema de evaluación para las distintas áreas del conocimiento.
Por otra parte, de un presupuesto de 12 mil 778 millones de pesos en 2004, pasamos a una asignación de 45 mil 835 millones en el 2011; y para este año, 2012, se proyecta en 58 mil 524 millones de pesos.
Las cifras antes indicadas equivalen a decir que durante los últimos siete años y medio, la inversión en educación ha crecido en un 500%, lo que pone de relieve la priorización que este gobierno le ha conferido a esa área vital para el desarrollo futuro de la República Dominicana.
Durante nuestra gestión, el Ministerio de Educación ha rehabilitado 7 mil 511 aulas, y se han construido 6 mil 644 nuevas, algo sin precedente en la historia educativa nacional.
Para este año 2012, se proyecta adicionar al sistema educativo 2 mil 595 nuevas aulas y 869 rehabilitadas, con una inversión de casi 9 mil millones de pesos.
Se han creado centros de excelencia académica. Se han introducido los rincones tecnológicos. Se ha creado el Portal Educativo Dominicano, con miles de videos y audios en distintas esferas del conocimiento.
Se ha creado la Red Nacional de Alfabetización. Se han incorporado los programas de Educación Básica y Media de Adultos.
La inversión en los programas de formación docente se ha incrementado en un 129% en relación al período 2000 – 2004; y con respecto a los salarios de maestros y maestras, el aumento ha sido de un 161%.
A través del Despacho de la Primera Dama, se han creado 75 Centros Tecnológicos Comunitarios, donde las personas pueden acceder a servicios de fax, telecomunicaciones, teleconferencias, capacitación tecnológica, servicios de biblioteca, bolsa de trabajo, acceso a portales, emisoras comunitarias, salas de reuniones y cine forum.
En el área de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, podemos empezar por referirnos al programa de becas nacionales e internacionales.
En el año 2004, sólo encontramos que estaban en vigencia los 15 becarios a nivel de grado en la Universidad Estatal de Utah, que habían sido favorecidos con un acuerdo efectuado durante nuestra primera gestión con el gobierno de Taiwán.
Desde esa fecha a la actualidad, se han otorgado casi 10 mil becas internacionales, de grado y postgrado, en las áreas de las ingenierías, telecomunicaciones, negocios, salud, informática, ciencias básicas, energía, agroalimentación y medio ambiente, entre otras.
En lo referente al Programa de Becas con Universidades Nacionales, para el 2004 sólo se habían otorgado 472.
Ahora, en la actualidad, hay cerca de 14 mil becas de estudiantes provenientes de familias de bajos ingresos, que albergan la ilusión de ver a sus hijos convertirse en profesionales de prestigio, y en hombres y mujeres de bien.
Por supuesto, un programa de becas, tanto a nivel nacional como internacional, de la magnitud del que hemos llevado a cabo en los últimos años, no tiene antecedentes, ni siquiera remoto, en la historia dominicana.
Entre nosotros se encuentra un grupo de jóvenes becarios, los cuales ya han culminado sus estudios en distintas partes del mundo, han retornado al país y están integrados al mercado laboral.
Por el esfuerzo de superación personal que han realizado, merecen nuestro respeto y admiración. Para ellos, pido un aplauso.
Se ha creado el Programa de Inglés de Inmersión para la Competitividad. Se han suscrito acuerdos de intercambio académico con instituciones internacionales. Se ha creado un fondo para la investigación científica y la innovación; y se han creado facilidades de estudio e investigación para profesores universitarios.
En la Universidad Autónoma de Santo Domingo, se ha llevado a cabo una verdadera revolución. Además de una remodelación del Aula Magna y de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, se ha construido la Biblioteca Pedro Mir, el Parqueo de Vehículos y ocho Centros Regionales Universitarios.
Al culminar nuestra primera gestión de gobierno en el año 2000, habíamos dejado la Biblioteca Pedro Mir en un 90% de construcción. Sin embargo, pasaron cuatro años y no se hizo nada.
De igual manera, habíamos dejado en un 85% la construcción del Centro Regional de Santiago. Sin embargo, pasaron cuatro años y no se hizo nada.
Dejamos la construcción del Centro Regional de Nagua en un 75%. Sin embargo, pasaron cuatro años y no se hizo nada.
Fue necesario que retornásemos al gobierno en el 2004, para que esas obras, tan anheladas por la juventud estudiosa dominicana se concluyeran, y de esa manera ponerle fin al injusto castigo a que el anterior gobierno había sometido a los estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Pero este gobierno no sólo ha concluido las referidas obras, sino que, además, ha entregado a las autoridades de ese centro de estudios de educación superior, el Centro Regional de Bonao; el Centro Regional Noroeste, de Mao; el Centro Regional de Puerto Plata; el Centro Regional de Higuey; el Centro Regional de Barahona y el Centro Regional de San Juan de la Maguana.
En fin, ocho centros regionales, que ningún gobierno había hecho en la historia de la más vieja universidad del Nuevo Mundo.
En estos momentos, se encuentran en fase de conclusión, la Torre Administrativa, la Torre Científico – Tecnológica, el Comedor Universitario y el Hospital Oncológico, todo en beneficio de la juventud dominicana.
Como si todo esto fuera poco, se están dando, en estos momentos, los toques finales para la construcción del Instituto Tecnológico Superior Comunitario (ITESCO), el primer community college de la República Dominicana.
Pero además, el pasado mes de enero, con motivo de cumplirse el segundo aniversario del terremoto que afectó al hermano pueblo de Haití, entregamos a las autoridades de ese país, la Universidad Henry I, en señal de solidaridad del pueblo dominicano.
Como complemento al área educativa, se ha creado una plataforma cultural sólida, como nunca antes se había conocido en la historia nacional.
Se ha restaurado por completo el Palacio de Bellas Artes. Se ha remodelado el Monumento a los Héroes de la Restauración y el Antiguo Palacio Consistorial en la ciudad de Santiago.
Igual ha ocurrido con el Museo Ponce de León en Higuey; la Escuela Nacional de Artes Visuales de la Calle El Conde; la Escuela de Bellas Artes y el Teatro Don Bosco de Moca.
Se han entregado los centros culturales Juan Pablo Duarte, en Elías Piña, y Narciso González, en Villa Juana, al tiempo que actualmente se concluyen los de Azua, San Juan de la Maguana y Dajabón, el Teatro Domingo Savio, de la Vega; las bibliotecas de Bonao y Maimón; y esperamos inaugurar el próximo mes de abril la nueva y moderna Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.
Por primera vez en nuestra historia, se ha elaborado un Código Cultural, con la redacción de la Ley de Cine, la Ley del Libro y Bibliotecas, la Ley de Archivos, al tiempo que próximamente procederemos a someter a este Congreso Nacional el proyecto de ley de Patrimonio Cultural y el de Desarrollo de las Artes Escénicas, es decir, teatro, danza y música.
Una mención especial merece la celebración de la Feria Internacional del Libro, la cual se ha posicionado como la más grande feria del libro de América Latina.
En el área de la salud, se han producido cambios importantes, que han representado un verdadero proceso de modernización, en favor, sobre todo, de los sectores más frágiles de la sociedad dominicana.
En tal sentido, figura el fortalecimiento del Primer Nivel de Atención de la Red Pública de Servicios de Salud, del cual se han creado 1 mil 714 unidades a nivel nacional, para de esa manera atender las áreas poblacionales con mayores necesidades.
Hay un Segundo Nivel de Atención, integrado por los 112 hospitales municipales; y un Tercer Nivel, que es de especialización, conformado por los hospitales nacionales, regionales y provinciales.
Se han realizado cuantiosas inversiones en la construcción de grandes centros de referencia nacional. Entre ellos, los hospitales traumatológicos, Profesor Juan Bosch, en la Vega; Ney Arias Lora y Vinicio Calventi, en Santo Domingo.
De igual forma, en el Centro Cardio – Neuro Oftalmológico y de Trasplante (CECANOT), y en los anexos a la Maternidad San Lorenzo de Los Mina y el Hospital Juan Pablo Pina, en San Cristóbal.
Además, se han remodelado los centros asistenciales Rodolfo de la Cruz Lora, en Santo Domingo; el Francisco Moscoso Puello, Luis Eduardo Aybar, Robert Reid Cabral, Maternidad La Altagracia y el Padre Billini, en el Distrito Nacional.
Asimismo, el Hospital Jaime Mota, en Barahona; Luis Morillo King, en La Vega; Rosa Duarte, en Elías Piña; Alejandro Cabral, en San Juan de la Maguana; Nuestra Señora de Reglas, en Peravia; Arturo Grullón y Juan XXIII, en Santiago; San Vicente de Paúl, en la Provincia Duarte; Teófilo Hernández, en el Seybo; Pedro María Santana, en Hato Mayor; y el Francisco Gonzalvo, en La Romana.
En varios de esos centros, se han construido y equipado modernas unidades de emergencias y cuidados intensivos, que hoy son ejemplos de progreso y modernidad en toda América Latina y el mundo.
Numerosas vidas han sido salvadas en estos centros hospitalarios, que funcionan con los más sofisticados instrumentos de alta tecnología, como lo demuestra el caso de la familia Frías Calderón.
Esta familia está integrada por Argentina Calderón, la madre, de 26 años de edad; y sus hijos, Stalin, de 9 años, y Brailin, de 5 años, residentes en la comunidad de Guayabito, Bonao.
Todos padecían de ceguera congénita. Pero el año pasado, se produjo el milagro de que luego de ser operados en el Centro Cardio – Neuro Oftalmológico y Trasplante (CECANOT), recuperaron la vista.
¿Se imaginan ustedes, ciegos de nacimiento, nunca en sus vidas habían visto la luz del día, y sin embargo, aquí, en la República Dominicana, en una institución pública de salud, fruto de los avances tecnológicos y de la capacidad de nuestros médicos, volvieron a la vida, para ver sus propios rostros, y disfrutar de sus sonrisas, los árboles, los ríos, las montañas, las mariposas, el arcoiris y de todo lo bello con que Dios dotó la naturaleza?
Y todo eso, señoras y señores, sin que les costara un solo centavo.
Le pido a la Sra. Argentina Calderón y a sus niños, Stalin y Brailin, favor de ponerse de pies, como testimonio del progreso que en sector salud se va alcanzando en la República Dominicana.
Pero, de igual manera, tenemos el caso del joven Jordanie Esteban Cruz Camacho, afectado de daño severo en la cabeza del fémur por falta de irrigación sanguínea. Carente de recursos no había podido recibir el tratamiento mécido adecuado.
Sin embargo, dentro del nuevo sistema de la Red de Salud Pública, tras cinco años padeciendo de la enfermedad y recomendaciones de distintos especialistas de amputar su pierna, fue atendido y operado exitosamente en el Hospital Traumatológico Ney Arias Lora con la dignidad que se merece.
Hoy se encuentra con su salud recuperada, y también está aquí, entre nosotros, para compartir su alegría y transmitirnos su confianza en el sistema de salud pública de nuestro país.
A partir del 2004, luego de grandes esfuerzos, la República Dominicana logró eliminar el sarampión, la rubéola y el síndrome de rubéola congénita, enfermedades que en estos momentos representan serios desafíos en Asia y Europa, para la salud de sus habitantes.
La tasa de mortalidad materna encontrada en el 2004 estaba en 159 por 100 mil nacidos, mientras que para el 2011 tenemos 109.4, para una disminución de 21.8%.
En el 2004, la tasa de mortalidad infantil era de 33.9 por cada 1000 nacidos vivos. Actualmente es de 26.9.
Importantes acciones han sido puestas en marcha para la prevención y control efectivo de enfermedades recurrentes en la República Dominicana, como el dengue, la rabia, la malaria y la leptospirosis.
Se ha reducido el número de muertes por tuberculosis pulmonar. Se ha incrementado el número de servicios de atención integral para pacientes con HIV/SIDA.
Ha habido una disminución del número de pacientes afectados por difteria, tos ferina y tétanos neonatal.
Recientemente, la Oficina Panamericana de la Salud, en reconocimiento a los resultados obtenidos en la lucha contra el cólera, ha escogido a nuestro país para el lanzamiento de la estrategia continental de eliminación de la enfermedad en las Américas.
Eso, por supuesto, debe ser también motivo de orgullo entre todos los dominicanos.
En el marco de una política de justicia social y promoción de la equidad, hemos transformado las antiguas boticas populares en Farmacias del Pueblo, que en la actualidad constituyen la red más grande de América Latina de prestación de servicios farmacéuticos.
Se satisfacen las necesidades de 5.4 millones de solicitudes al mes y se da cobertura del 100% de los medicamentos e insumos que demandan enfermedades catastróficas.
En lo referente a la seguridad social, es preciso indicar que al cierre del 2011, contamos con una población de 4 millones 579 mil 599 personas afiliadas a la seguridad social, tanto en el Régimen Subsidiado como en el Contributivo.
Esto representa un 44.4%, o el hecho de que más de 44 personas de cada 100 estén afiliadas hoy día al sistema de seguridad social en nuestro país.
En el 2004, sólo habían 65 mil afiliados, equivalente al 0.7% de la población.
En cuanto al sistema de pensiones, este ascendió a 2 millones 375 mil personas el año pasado, registrándose un incremento de más de un 8% con respecto al 2010.
Según cifras de la Superintendencia de Pensiones (SIPEN), los fondos de pensiones superan en estos momentos los 148 mil millones de pesos, una cifra fabulosa que crece continuamente, siendo la primera vez que podamos hablar con propiedad de la existencia de un verdadero ahorro nacional.
Hemos avanzado también en la afiliación al seguro de vejez, incapacidad y sobrevivencia, al pasar el número de beneficiarios de este seguro a 2 millones 507 mil personas en el 2011.
No cabe dudas de que con logros como los que acabamos de señalar, la sociedad dominicana se torna más justa y más humana; y muestra una voluntad de promoción del bien común y de respeto a la dignidad de todos sus ciudadanos, que merece el encomio y la ponderación de todas las personas sensatas.
Por su parte, el Programa de Solidaridad ha significado una transformación fundamental en la forma de diseñar y aplicar políticas orientadas hacia la reducción de pobreza e indigencia.
Durante la gestión de gobierno que nos antecedió, la pobreza dominicana se incrementó en más de 1 millón y medio de personas, y casi la mitad de ese total cayó en la indigencia.
En el 2004, la tasa de pobreza era de 42%.
En los últimos ocho años, ésta ha disminuido en 10 puntos porcentuales, para descender a un 32%.
Esto equivale a decir, que en ocho años, la pobreza se ha reducido en 800 mil personas, de las cuales, casi 500 mil, se encontraban en situación de indigencia.
Con el Programa de Solidaridad, en la actualidad, unas 582 mil 950 familias pobres se benefician de transferencias a través del plan, “Comer es Primero”.
Por su parte, 213 mil familias lo hacen por vía del incentivo a la asistencia escolar.
Hay 760 mil 591 beneficiarios del Programa Bonogás para hogares; 15 mil 745 de Bonogás para choferes; y más de 263 mil en el Programa de Bonoluz.
El Programa de Solidaridad se ha convertido en una referencia de buena práctica en materia de política social en la región de América Latina y el Caribe, y ha hecho mucho más efectiva, racional y equitativa la intervención del gobierno en el combate a la pobreza.
Pedimos a un grupo de madres dominicanas que se encuentran en este salón, el favor de ponerse de pies y mostrar sus tarjetas de Solidaridad, que han servido para mejorar las condiciones de vida de sus familias.
De igual manera, se ha mejorado significativamente el acceso de la población al agua potable. En la actualidad, 76 de cada 100 viviendas cuenta con esa posibilidad.
En el periodo del 2004 a la actualidad, hemos entregado obras de agua potable y alcantarillado sanitario, en todo el territorio nacional, por un monto de 54 mil 627 millones de pesos.
Esta es una inversión sin precedentes en la historia del sector agua potable y saneamiento, razón por la cual sus efectos, en términos de cobertura y calidad, se han hecho sentir de manera trascendente.
La cobertura del servicio, esto es, el porcentaje de la población dominicana que recibe agua potable con facilidad en sus hogares, ha pasado de 69.5%, en el 2004, a 89.7%, al finalizar el 2011.
Con estas obras, se han logrado incorporar a las redes de abastecimiento, 373 millones de galones de agua potable cada día, lo cual provee el suministro a cerca de 5 millones de personas distribuidas por todo el territorio de la República.
Hemos inaugurado el Acueducto Múltiple de Samaná, Primera y Segunda Etapas; el de Las Terrenas, en la misma provincia; el Acueducto Múltiple de Nagua y el del Pozo, en la provincia María Trinidad Sánchez; el de San Juan de la Maguana; el de Castillo, Las Guáranas y Hostos, en la provincia Duarte; el de Jima, en La Vega.
Asimismo, hemos concluido el Acueducto de Bonao; los de La Colonia y Villa Altagracia, en San Cristóbal; los de Las Yayas y Las Charcas, en Azua; los acueductos de Oviedo y Pedernales, en la provincia de Pedernales; el Acueducto de Cevicos, en la provincia Sánchez Ramírez; el de La Zona Oriental – Barrera de Salinidad, provincia Santo Domingo; el Acueducto Múltiple del Suroeste; el Acueducto Múltiple de la Línea Noroeste; el de Santiago Rodríguez; el Acueducto de Loma de Cabrera, en Dajabón; el de Sabana de la Mar, en Hato Mayor; y el Acueducto de La Romana.
En resumen, podemos afirmar de manera humilde, pero categórica, que en materia de agua potable ningún gobierno había hecho tanto como el del Partido de la Liberación Dominicana.
Señores Legisladores:
En materia de medio ambiente, el hecho simbólico más importante alcanzado en los últimos tiempos se encuentra en la comunidad de Paraíso de Dios, del municipio de Haina.
En el 2004, esa comunidad era considerada el segundo lugar más contaminado por plomo del mundo. En la actualidad, debido a las acciones de descontaminación llevadas a cabo por el actual gobierno, ese lugar ha sido transformado en un parque infantil.
En el 2004, la superficie cubierta de bosques en el país era de 32.9%. El más reciente estudio establece una cobertura boscosa de 39.7% en el territorio nacional.
Esto se logra debido a la efectiva protección que reciben los bosques naturales, y a las acciones de reforestación realizadas a través del Plan Nacional Quisqueya Verde, que evitan su degradación.
Este plan ha mejorado significativamente las condiciones de miles de familias de la zona rural, generando empleos y atenuando los efectos del cambio climático.
La presente gestión de gobierno ha recuperado más de 30 ecosistemas degradados, convirtiéndolos en Parques Ecológicos Urbanos, los cuales han sido preparados para la recreación, esparcimiento y la cohesión social de las comunidades periféricas.
Esa, sin dudas, es la mejor manera de vivir en armonía con la naturaleza, proteger el medio ambiente y cuidar de nuestro planeta, hogar común de todos los seres humanos.
Estoy consciente que uno de los temas más escabrosos, que no ha encontrado una respuesta adecuada y definitiva durante los últimos 50 años, y que, por consiguiente, ha gravitado en forma negativa en el desarrollo del país, es el que se refiere al sector energético.
Durante nuestra primera administración, 1996 – 2000, a través del proceso de capitalización de la Corporación Dominicana de Electricidad, avanzamos, en forma significativa, hacia una solución de tan acuciante problema.
Se hicieron importantes inversiones en las áreas de generación, transmisión y distribución. Hasta el 2002, reinó un ambiente de optimismo en relación a la posibilidad de transformar y modernizar todo lo relativo al sector energético nacional.
Sin embargo, como consecuencia de la firma del denominado Acuerdo de Madrid, durante la pasada gestión gubernamental, los contratos de compra de energía fueron garantizados hasta el año 2016, con lo cual se creó un desincentivo para nuevas inversiones en el área de generación.
Ese acuerdo, además, tuvo el agravante de que en las fórmulas que determinan los precios de energía, no se previó el aumento de los precios de los combustibles a nivel internacional.
En el área de generación, se ha logrado adicionar energía nueva al sistema. Se ha incorporado el Grupo LAESA, con 60 MW; Pinalito, 50 MW; López Angostura, 18 MW; y Seaboard, 108 MW.
De igual manera, se agregaron al sistema 220 MW, de la Generación Los Mina; y el Grupo AES instalará una turbina de 34 MW a base de gas natural.
Este año, se agregará nueva energía hidroeléctrica con la planta de Palomino, con una potencia cercana a los 80 MW, y se trabaja aceleradamente en la reparación de Jigüey y Aguacate, con capacidad de suministro de 100 MW.
Más aún, la empresa Barrick Gold agregará 215 MW, y la empresa EGEHAINA aportará la misma cantidad en el Parque Quisqueya I y II; y la empresa Cesar Iglesias, 25 MW.
El 2011 representó un hito importante en la historia energética de la República Dominicana, con el hecho innovador de la construcción de los primeros parques eólicos, el de Juancho – Los Cocos y Quilvio Cabrera, que aportan 53 MW de generación.
En el mediano plazo, podemos contar con la entrada en operación de la central de Las Placetas, con 90 MW de potencia instalada; la central de Artibonito, la de Manabao – Bejucal – Tavera y la de Hatillo.
Desde el 2009 a la fecha se han reparado, adicionado y contratado, 1 mil 200 MW de energía, la mayor cantidad en la historia nacional.
Gradualmente se ha ido cambiando la matriz de generación en el país. En efecto, la generación en base a combustibles fósiles superó el 60% del total hasta el año 2004, mientras que el gas natural representaba menos de un 10% del total de generación.
Para el año que acaba de transcurrir, la generación en base a combustibles fósiles representa menos del 45% del total, a la vez que la generación en base a gas natural ya ha superado el 25% en los últimos dos años.
Este cambio en la matriz de generación ha reducido en términos relativos el monto de subsidio que otorga el gobierno.
Por su parte, el sector de distribución concluyó el año pasado con pérdidas promedio de 30%, lo cual contrasta con un nivel de alrededor del 45% encontrada a mediados del 2004.
Lo anterior quiere decir que las pérdidas se han reducido en aproximadamente 15 puntos porcentuales; y se espera terminar el 2012 con pérdidas cercanas al 25%.
Asimismo, el sector eléctrico cerró el 2011 con más de 2 millones 150 mil clientes facturados, de los cuales, 800 mil ya gozan de 24 horas de luz, de forma permanente.
Esto es más que el doble de los clientes registrados en el sistema en el 2004. De hecho, para este año, 2012, se espera que haya más clientes en 24 horas que el total que registraban las empresas distribuidoras en el período 2000 – 2004.
Todo esto, además, en un contexto en que la energía abastecida al mercado es superior en más de un 40% a la que se suministraba ocho años atrás.
Estas son, sin duda alguna, señales inequívocas de avance y de progreso en el sector eléctrico nacional.
Pero, además, en el 2011, se puso en funcionamiento la autopista eléctrica que conecta la región sur con el norte del país a través de una red de alta tensión de 345 KV de voltaje.
Con esto se logró romper las barreras geográficas que impedían el suministro y venta de electricidad, desde los puntos con mayor capacidad instalada de generación, a la región del Cibao, la cual tiene una creciente demanda de potencia y energía, pero baja generación.
La región Norte funcionaba prácticamente con un sistema aislado debido al débil enlace de 138 KV que tenía con el Sur del país.
Las empresas distribuidoras (EDENORTE, EDESUR y EDEESTE), están ejecutando diversos proyectos con el objetivo de mejorar las condiciones de las redes de media y baja tensión, lo cual permitirá incorporar nuevos clientes, mejorar la calidad del servicio y reducir las pérdidas de energía.
Las obras más importantes consisten en la construcción de redes antifraude en zonas en que las redes existentes son muy vulnerables al robo de energía y sus malas condiciones determinan altas pérdidas técnicas.
La construcción de las redes antes indicadas permitirá reducir las tasas de pérdidas, que en algunos circuitos puede ser superior al 80% de la energía, hasta niveles cercanos al 10%, que corresponde a los estándares de redes y circuitos normalizados.
En adición a los proyectos de rehabilitación de redes, las empresas distribuidoras han realizado obras en mejora de la capacidad de las subestaciones de transformación de potencia, la instalación de medidores y la reparación e instalación de alumbrado público.
Como puede apreciarse, grandes esfuerzos se han realizado en los últimos años por alcanzar una mejoría en el sector eléctrico nacional, y de persistir por la ruta que hemos transitado, podemos albergar la esperanza de que en un plazo razonable, la crisis del sector eléctrico sea una sombra del pasado.
Señores Legisladores e Invitados Especiales:
Luego de casi tres años de debates y reflexiones, así como de una masiva consulta popular, que si bien no tenía carácter vinculante, servía, sin embargo, de referencia, fue proclamada en enero del 2010, la nueva Constitución de la República.
Esa reforma ha contribuido a fortalecer el Estado Social y Democrático de Derecho; la protección y garantía de los derechos fundamentales; la separación de los poderes públicos; la ampliación de los derechos económicos, sociales y culturales; y la creación de los derechos colectivos y difusos.
La nueva Carta Sustantiva del Estado ha dado categoría constitucional a la acción de amparo, el habeas data, la tutela judicial efectiva y debido proceso y la cláusula de conciencia de los periodistas.
Entre sus conquistas más importantes se encuentran la creación del Tribunal Constitucional, la iniciativa popular legislativa, la nueva organización del Ministerio Público, y los mecanismos directos de participación de los ciudadanos, como el referendo y el plebiscito.
¡Cuánto difiere esta situación con la creada en julio del 2002, en la que el gobierno de turno, luego de haber creado una comisión para discutir un proyecto de reforma constitucional, ignoró las propuestas sugeridas, desconoció las aspiraciones populares, y procedió, conforme a su único interés: hacer viable la reelección presidencial!
La reforma constitucional emprendida por nuestra gestión tenía como propósito ser parte de un proceso más amplio de reforma y modernización del Estado dominicano.
A ese proceso le hemos llamado Revolución Democrática Institucional; y en efecto, eso es lo que ha ocurrido en la República Dominicana durante los últimos ocho años con la finalidad de tener un Estado más democrático, más eficiente y más transparente.
Promovimos la más profunda reforma administrativa – financiera del Estado en la historia nacional, con la promulgación de la Ley de Organización de la Secretaría de Estado de Hacienda; la Que Crea el Sistema Integrado de Administración Financiera del Estado; la de Presupuesto del Sector Público; la de Tesorería Nacional; la de Crédito Público; la de Compras y Contrataciones de Bienes, Obras, Servicios y Concesiones del Estado; la Ley de Dirección General de Contabilidad Gubernamental; y la Ley de Contraloría General de la República y de Control Interno.
Se han aprobado legislaciones tendentes a fortalecer la transparencia del Estado, iniciando por la aplicación de la Ley General de Libre Acceso a la Información Pública.
En el 2004 no había una sola oficina de acceso a la información pública; no había un solo portal web con información gubernamental de ejecución presupuestaria, y no había mecanismos de participación de los ciudadanos para la definición de políticas públicas.
Al cabo de casi ocho años de gestión, tenemos un Estado con más de 115 oficinas de acceso a la información pública, representando más de un 85% de las instituciones del gobierno central y descentralizado.
De igual manera, es preciso resaltar la labor de la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción en la implementación de dos planes estratégicos para la transparencia del Estado, con cientos de iniciativas en cada una de las instituciones oficiales, lo cual ha resultado en una visión ética del ejercicio gubernamental.
El proceso más reciente de fortalecimiento de las políticas públicas de transparencia, lo constituye la Iniciativa Participativa Anticorrupción (IPAC).
Esta iniciativa constituye un proceso que incluyó al gobierno y a la sociedad civil, con la evaluación objetiva y el apoyo de los organismos internacionales, para implementar 99 proyectos concretos de mejora en el área de transparencia y combate a la corrupción.
En este mismo mes fue presentado el resultado de dicho proceso, obteniendo un balance positivo de 79 proyectos cumplidos, 13 en proceso y siete que no presentaron avances.
Con la finalidad de continuar con este plan estratégico para la transparencia del Estado, estamos sometiendo ante este honorable Congreso Nacional, el proyecto de ley que crea la Iniciativa Participativa Anticorrupción, responsable de monitoreo y de rendición.
Hemos impulsado la profesionalización constante del personal al servicio del Estado. Propiciamos la promulgación de la Ley de Función Pública.
Contamos con 55 mil servidores públicos de carrera, personal que ha sido evaluado en base a los estándares internacionales, lo que los valida para ejercer la función pública con eficiencia.
Hemos cambiado la imagen de las oficinas públicas. Hemos eliminado los inconvenientes que se producían con la compra de la placa, el pago de los impuestos o la adquisición de un pasaporte.
Hemos creado la Oficina Presidencial de Tecnologías de la Información y la Comunicación (OPTIC), con el propósito de implementar el Gobierno Electrónico. Hemos promovido la gestión de servicios públicos a través de Internet; la gestión automatizada de quejas, reclamaciones y denuncias; la publicación en línea de las declaraciones juradas de los funcionarios; la publicación de los procesos de compras y contrataciones, el sistema de gestión aduanera y la gestión de documentos.
En síntesis, una verdadera y auténtica revolución de la administración pública, como nunca había tenido lugar en la historia dominicana; una revolución al servicio de los ciudadanos, para garantizar eficiencia, rapidez, sencillez y transparencia en las acciones desempeñadas desde el Estado.
Otro factor que se ha constituido en un desafío para la estabilidad, la paz y el desarrollo en la República Dominicana, lo constituye la delincuencia, el narcotráfico y el crimen transnacional organizado.
Como consecuencia de esta situación, nuestro país, como otros de la región, se ha visto afectado, en los últimos años, por un auge en los índices de violencia, en las tasas de homicidios, así como en los atracos y asaltos.
Es mucho el trauma que el país ha experimentado, como consecuencia de esta situación. Es mucha la angustia y el sufrimiento de distintas familias que se han visto afectadas por este nuevo cáncer social que corroe nuestra sociedad.
Para enfrentar esta situación, hemos aplicado, entre otras medidas, el Plan de Seguridad Democrática, que procura, en primer término, un proceso de reforma y modernización de la Policía Nacional, y en segundo lugar, la aplicación de diversos programas de desarrollo comunitario, entre los cuales se encuentra, el Programa Barrio Seguro.
En la Policía, se ha fortalecido la Dirección Central de Investigaciones Criminales. Se ha activado la Dirección Central Antinarcóticos. Se ha integrado la Dirección Central de Inteligencia Delictiva, y se ha dado apoyo a la Policía Auxiliar y Preventiva.
Se ha logrado una mejor coordinación entre la Policía, el Consejo Nacional de Drogas y la Dirección Nacional de Control de Drogas, para la prevención, investigación y persecución, tanto del tráfico transnacional de estupefacientes, como del microtráfico o “narcomenudeo”, que es la modalidad delictiva que predomina en nuestras comunidades.
Hemos apoyado en términos de logística, transporte y comunicación a nuestras instituciones armadas. Hemos adquirido una flota de ocho aviones Super Tucanos, con capacidad de interdicción sobre aeronaves sospechosas y detección de trazas ilícitas nocturnas.
Hemos adquirido un helicóptero para la DNCD, con un sistema de visión y navegación nocturna. Hemos creado una Unidad de Comandos Especializados para la Reacción Rápida contra Trazas Ilícitas Aéreas y Navales.
Se ha constituido una Fuerza de Tarea con Comandos Especializados, desplegados en todo el territorio nacional; y se ha rescatado la Flota Naval Dominicana, poniendo en funcionamiento 17 tipos de embarcaciones para mejor protección de nuestras costas marítimas.
Se ha instalado en el Puerto Multimodal de Caucedo, una máquina de inspección de contenedores con tecnología rayos x, la cual, de inmediato, arrojó resultados positivos, con la detección de miles de kilos de cocaína y otros contrabandos.
Se ha creado la Escuela de Entrenamiento Canino, y en la actualidad se disponen de 42 perros, debidamente entrenados, en todos los aeropuertos del país.
De igual manera, se ha integrado la División de Investigaciones Financieras, para investigar el lavado de activos proveniente del tráfico ilícito de drogas; la División de Inteligencia contra el Microtráfico y el Centro de Información de Drogas, el cual está orientado al intercambio de información con 16 países del Caribe y Centroamérica.
Hemos suscrito acuerdos de cooperación e intercambio de información e inteligencia con México, Colombia, el Caribe y Centroamérica. Mantenemos una labor de contacto permanente con la DEA, de los Estados Unidos; así como con organismos de seguridad e inteligencia de la Unión Europea e Interpol.
Como consecuencia de la aplicación de este conjunto de medidas, hemos arrestado y traducido a la justicia a los principales representantes de carteles internacionales y a sus aliados que han actuado en el plano nacional.
En los últimos ocho años, hemos decomisado más de 30 mil kilos de cocaína, y cada vez se adoptan mayores medidas de seguridad en puertos, aeropuertos, frontera, espacio aéreo, marítimo y territorial.
Se han disminuido significativamente las trazas aéreas desde territorio sudamericano hacia nuestro país; y con satisfacción hemos visto el reporte hecho por la revista Time, del 25 de agosto del año 2011, en la que se afirma que ya sobre territorio de la República Dominicana no llueve cocaína.
Como es evidente, es mucho el esfuerzo que se viene realizando con el propósito de contener el tráfico internacional de drogas y el crimen organizado en nuestro país, para disminuir la violencia y la ola de criminalidad que tanto afecta la familia dominicana.
A pesar de que se trata de una lucha ardua y compleja, en la que algunos empiezan a perder la esperanza, nosotros, sin embargo, estamos firmemente convencidos de que con la cooperación y el intercambio a nivel internacional, así como el fortalecimiento del Plan Nacional de Seguridad Democrática, alcanzaremos la victoria sobre este flagelo de carácter mundial.
Honorables Legisladores:
Permítanme, con su consentimiento y beneplácito, hacer referencia a un sector que ha contribuido a transformar, de manera radical, la fisonomía del territorio de la República Dominicana: el sector de las infraestructuras.
En el 2011, se inauguró el Boulevard Turístico del Atlántico, con una longitud de 124 kms, en las provincias María Trinidad Sánchez y Samaná.
Con la inauguración de este boulevard, completamos la construcción de la carretera Santo Domingo – Cruce Rincón de Molinillos, para lograr el desarrollo sostenido de la región Cibao Nordeste.
Se concluyó la construcción del elevado de la Av. Charles de Gaulle con Autopista San Isidro; los túneles de la Av. 27 de Febrero con Núñez de Cáceres; Av. Ortega y Gasset con 27 de Febrero; 27 de Febrero, entre las calles Carmen Mendoza de Cornielle y Defilló; y el de la Ortega y Gasset – UASD.
Se concluyó la reconstrucción de la carretera El Río – Jarabacoa; la reconstrucción de la carretera Montecristi – Dajabón; la reconstrucción del camino acceso al Vertedero de Duquesa; la reconstrucción de la carretera Aguas Negras – Pedernales; y la carretera Luperón – El Ranchito, en Puerto Plata.
Se reconstruyeron los puentes sobre el Río Bajabonico; Imbert – Luperón; San Marcos y el de La Isabela, en Puerto Plata.
Se ejecuta la cuarta etapa del Plan Nacional de Asfaltado, el cual abarca 1 mil 500 kms de avenidas y calles en todo el territorio del país. Se avanza en el proyecto VIADOM, que además de la Circunvalación de Santiago, incluye la construcción, rehabilitación y mantenimiento de 269 kms de los tramos viales más importantes del país.
Se dio inicio a la carretera Don Juan – Cevicos, la que unirá la provincia Sánchez Ramírez con la provincia de Samaná; continúa la construcción de la carretera Bávaro – Uvero Alto – Miches – Sabana de la Mar; y la construcción de una terminal portuaria en esta última localidad.
Progresan los trabajos de la construcción de la Autopista del Coral, la cual consolidará el sistema de comunicación terrestre entre Santo Domingo y los polos turísticos de la zona Este del país.
Esta importante vía representa el eslabón final de un corredor de 172 kms constituido por los tramos de Autopista Las Américas, Autovía del Este, Circunvalación San Pedro, San Pedro – La Romana, la Circunvalación La Romana y la Autopista del Coral.
Desde el 2004 a la fecha, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, ha iniciado 4 mil 043 proyectos, de los cuales ha concluido 3 mil 323, un hecho excepcional en el ámbito del desarrollo de las infraestructuras en la República Dominicana.
Por su parte, la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, además de haber ejecutado los proyectos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, a que hemos hecho referencia, ha llevado a cabo proyectos viales, culturales, edificaciones, obras deportivas y religiosas.
La Oficina Supervisora ha rehabilitado la carretera Cruce Autopista Duarte – Jarabacoa; la avenida Manolo Tavárez Justo y la del Malecón, en Puerto Plata; la reconstrucción y ampliación de la carretera 15 de Azua – San Juan de la Maguana; la carretera San Juan – Barahona; la carretera La Vega – Cutupú – Moca; la construcción del túnel Las Américas, bajo la Av. Charles de Gaulle; y la ampliación de la Av. Juan Pablo Duarte, Carretera Santiago – Licey al Medio.
Se construyó la sede del Edificio de los ministerios de Turismo y Medio Ambiente; la remodelación y ampliación del Archivo General de la Nación; el Centro Cívico Mauricio Báez; la Catedral San Felipe de Puerto Plata; así como el Palacio de los Deportes y el Centro Histórico de Santiago.
El Instituto Nacional de la Vivienda, por su lado, ha realizado la más fantástica obra de construcción y reparación de viviendas en la historia de esa institución.
Ha construido más de 22 mil viviendas de carácter social para las familias más humildes de la República, y ha llevado a cabo un notable proyecto de cambio de pisos de tierra por cemento en los hogares más paupérrimos del país.
En febrero del 2008, les invitamos a acompañarnos a la inauguración de la primera línea del Metro de Santo Domingo; y hoy, siendo fiel a una promesa hecha ante este mismo escenario, cumplo, casi con precisión de relojero suizo, con el honor, una vez más, de invitarles a que al término de esta sesión solemne, nos acompañen al paseo inaugural de transferencia a la segunda línea del Metro de Santo Domingo.
Actualmente, más de 2 millones de usuarios utilizan los servicios de la primera línea del Metro mensualmente; y con la incorporación de esta segunda línea al sistema, 5 millones de usuarios utilizarán el Metro de Santo Domingo cada mes.
En fin, en los últimos ocho años, grandes proyectos de desarrollo han contribuido a la transformación, modernización y progreso del pueblo dominicano, dejando un legado imperecedero, y cambiando para siempre nuestra fisonomía como nación.
Señoras y Señores:
Por cuanto he dicho, alguien, de manera maliciosa, podría elaborar el argumento de que quien tiene el honor de dirigirles la palabra, tiene una visión idílica, casi paradisíaca, de lo que acontece en la República Dominicana.
No es así. Reconozco que todavía en nuestro país hay múltiples carencias y necesidades. Que todavía hay familias que sufren. Que todavía hay hogares destrozados. Que todavía hay personas desnutridas. Que todavía hay jóvenes huérfanos de oportunidades y ancianos desprovistos de una atención digna.
Todo eso lo reconozco; y de lo que se trata es de continuar realizando los mayores esfuerzos para que todos los miembros de nuestra sociedad disfruten del proceso de transformación económica, modernización y cambios sociales que la República Dominicana ha estado experimentando en los últimos años.
En verdad, lo único que de manera humilde he querido señalar, es que hoy, en la República Dominicana, estamos mejor que ocho años atrás.
Así lo indica la revista The Economist, en su número especial de análisis sobre el 2012, publicado el 17 de noviembre del 2011, en la que al referirse a nuestro país, dice, de manera lacónica, pero contundente: “La República Dominicana, una historia de éxito”.
En otras ocasiones he sostenido que en nuestro país, así como en el resto de América Latina, tenemos que trabajar simultáneamente en dos agendas: la agenda de la pre – modernidad, que es la de lograr la plena satisfacción de las necesidades más elementales de los seres humanos, y la agenda de la modernidad, que es la completa incorporación a los valores de civilización del siglo XXI.
Hasta que no lleguemos a alcanzar esa meta, estaremos viviendo, como acertadamente lo señaló en su momento, Víctor Raúl Haya de la Torre, el destacado líder peruano, fundador del Movimiento Aprista, cuando dijo que en el continente Indoamericano coexistían distintos tiempos históricos.
En efecto, así es. Tenemos la paradoja de vivir, al mismo tiempo, entre el siglo XIX y el siglo XXI. Por un lado, la carreta con el burro; y por el otro, el Mercedes Benz de último modelo.
Esa paradoja ha conducido a lo que se ha identificado como la Revolución de las Expectativas Crecientes, y que consiste, simple y llanamente, en que el dueño de la carreta y el burro alberge como esperanza conducir un día el Mercedes Benz.
Ya lo decía un clásico pensador de las ciencias sociales: “En el corazón de cada pequeño burgués late el anhelo irrefrenable de convertirse en burgués.”
Eso, por supuesto, crea, simultáneamente, las grandes desigualdades y tensiones sociales de nuestros tiempos, en la República Dominicana y en todas partes del mundo.
Lo que hay que reconocer es que así como la democracia es un proceso siempre inacabado, las tareas del desarrollo económico, social, tecnológico y cultural, constituyen una faena en permanente construcción.
En la República Dominicana, lo que todos tenemos que asumir, como la gran tarea nacional en esta primera parte del siglo XXI, es la de seguir fortaleciendo el Estado Social y Democrático de Derecho, que es el que nos garantiza la pluralidad de las ideas, la tolerancia, la paz, la equidad, la libertad y la justicia.
De igual manera, la aplicación de la Estrategia Nacional de Desarrollo, la cual aspira a que para el 2030, la República Dominicana sea un país próspero, donde las personas vivan dignamente, apegadas a valores éticos, sabiendo aprovechar sus recursos para desarrollarse de manera innovadora, y sostenible, en el marco de una economía global.
Es en base a estos deseos y aspiraciones que el pueblo dominicano seguirá con atención y participará en forma activa en el certamen electoral presidencial a celebrarse el próximo 20 de mayo, el cual estoy seguro será celebrado, una vez más, como una gran fiesta de la democracia.
Le manifestamos a las autoridades de la Junta Central Electoral y demás funcionarios competentes, nuestra disposición de colaborar en todo cuanto se requiera para que los resultados de ese torneo sea la expresión libérrima del pueblo dominicano.
Distinguidos amigos:
Hace cerca de 20 años, cuando empezaba a colocarme en las primeras filas de la política nacional, mi madre, doña Yolanda, con la que siempre he conversado todas las cosas trascendentales de mi vida, me dijo: “¿Y tú piensas echarte sobre tus hombros todos los problemas de este país? ¿Tú estás seguro? ¿Tú lo has pensado bien?”
Confieso, que cuando ella me dijo esas palabras, no tenía idea de la magnitud de los problemas, de las dificultades y de las acechanzas que me aguardaban en el porvenir.
Pero es increíble como la sabiduría de los mayores es tan grande como la de los más destacados pensadores que haya conocido la humanidad.
En la tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca, William Shakespeare, el gran genio inglés de la dramaturgia pone en boca de su personaje central, estas esclarecidas palabras.
“¡El mundo está desquiciado!
¡Vaya faena, haber nacido
yo para tener que arreglarlo!”
Nunca he tenido las pretensiones de Hamlet. Pero al llegar al término de este mandato presidencial, he vuelto donde doña Yolanda, para indagar su opinión acerca de lo alcanzado durante estos intensos y absorbentes ochos años de gestión pública.
Ella me contestó: “La verdad, mi hijo, orgullosa del deber cumplido. Satisfecha de la dignidad y el decoro con que has asumido tu compromiso con la Patria.”
Hoy, la Patria regocijada celebra el 168 Aniversario de la Independencia Nacional, la que nos permitió incorporarnos a la comunidad de naciones libres, en calidad de dominicanos, como un Estado soberano e independiente.
El año próximo, 2013, tendrá un significativo valor para la República Dominicana. Es el año en el que festejaremos el Bicentenario del Natalicio del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte; el 150 aniversario del inicio de la Restauración de la República; y los 50 años del retorno a la democracia con el gobierno del profesor Juan Bosch.
Será, pues un año singular, en el que los dominicanos tendremos la oportunidad de reflexionar acerca de valores tan fundamentales como el patriotismo, la soberanía, la autodeterminación, la democracia y la justicia social.
Juan Pablo Duarte, el más ilustre dominicano de todos los tiempos, que luego de haber liderado la independencia de la República, murió solo y olvidado, fuera del suelo patrio, nos advirtió acerca de los peligros que como nación siempre tendríamos que enfrentar.
Lo dijo con estas palabras inmortales: “Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria.”
Pero el sentimiento patriótico del Padre de la Patria fue robustecido por la acción imperecedera de Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez.
Ese sentimiento y esa vocación de sacrificio por la Patria renació en futuras luchas, lideradas por Gregorio Luperón y los demás héroes de la Guerra Restauradora; por Gregorio Urbano Gilbert y otros luchadores que se enfrentaron a la Ocupación Militar Norteamericana de 1916 – 1924; a los héroes y mártires del 14 de Junio que sacrificaron sus vidas en lucha contra la dictadura; y Francisco Alberto Caamaño Deñó, símbolo de la heroicidad de la Patria ofendida.
Fue Juan Bosch, quien en este mismo lugar iluminó la conciencia del pueblo dominicano con la certeza de que podíamos vivir en libertad y democracia.
Todavía resuena en este recinto el eco de sus palabras, de que mientras gobernase la República Dominicana, la democracia no perecería; y eso continúa vibrando con la misma intensidad en el corazón y en el alma del pueblo dominicano.
Con un pasado tan glorioso, lleno de hermosos ejemplos de sacrificio y dignidad por el bien común de la nación dominicana, nuestro pueblo puede mirar hacia el futuro con optimismo y esperanza, aferrado siempre a Dios, pues aún en los momentos más aciagos y los de mayor incertidumbre, podrá decir a plenitud y con satisfacción, que en la República Dominicana, bajo cualquier circunstancia, ¡E´pa´lante que vamos!
¡Qué viva la República Dominicana!
¡Muchas gracias!
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