Washington.- La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, reveló algunos detalles de cómo se siguió en la Casa Blanca, en directo, en mayo de 2011, la operación que acabó con la vida del líder de Al-Qaeda, Osama bin Laden.
«No creo que nadie pudiera respirar durante los 35 ó 37 minutos», que duró la acción, dijo Clinton el lunes por la noche, ante los cadetes de la Academia Naval de Annapolis (Maryland), según informan hoy los medios estadounidenses.
La fotografía de esa noche en la que se ve al presidente, Barack Obama, rodeado de sus colaboradores más cercanos, mirando con extrema atención lo que se supone que es una pantalla, dio la vuelta al mundo.
En esa imagen, Clinton tiene la mano puesta sobre la boca con expresión de asombro y, según reconoció al auditorio, la tensión era extrema, porque la operación pudo haber fracasado.
Uno de los cadetes presentes había pedido a la secretaria de Estado una reflexión sobre la muerte de Bin Laden y sobre cómo habían llevado a cabo la operación los Navy Seal, un exclusivo cuerpo de élite de la Marina estadounidense entrenado para realizar misiones especiales.
En una confesión muy poco habitual, Clinton explicó que la sala de crisis conocida como «Situation Room», situada en un sótano de la Casa Blanca, incluye varias salas de reuniones dotadas con pantallas de televisión y equipos que permiten mantener videoconferencias seguras con cualquier parte del mundo, en cualquier momento.
El presidente y sus colaboradores de más alto nivel se encontraban en una de las salas pequeñas, «una especie de área secreta en los sótanos», y cuando empezó la operación siguieron «en tiempo real lo que estaba pasando».
Uno de los peores momentos que recuerda fue cuando uno de los dos helicópteros de transporte de los comandos quedó atrapado entre el patio y el muro que rodeaba el complejo en el que se ocultaba Bin Laden en la localidad de Abbottabad (norte de Pakistán).
Clinton aseguró que había un plan para seguir adelante con la operación, pero aún así reconoció que hubo «preocupación».
En cuestión de minutos, los Navy Seals tuvieron que sacar a las mujeres y los niños que habitaban en la vivienda para que nadie resultara herido y quemar el helicóptero accidentado.
Una vez muerto, los Navy Seals también sacaron de la casa el cuerpo de Bin Laden, que posteriormente fue trasladado al portaaviones Carl Vinson, en el mar de Arabia, donde se prepararon los restos según los ritos islámicos y se les dieron sepultura en el mar, para evitar que su tumba se convirtiera en centro de peregrinación.
«Era imperativo que sacáramos el cuerpo», subrayó la secretaria de Estado.
También recordó con satisfacción cómo, después de culminada la misión, la multitud se agolpó en las puertas de la Casa Blanca, una vez que la muerte de Bin Laden se hizo pública.
«Salíamos caminando por la columnata (de la Casa Blanca) y escuchamos un rugir, no sabíamos de dónde venía, nadie había dormido durante horas y nos encontramos con todos esos estudiantes gritando (…) que espontáneamente vinieron a las puertas de la Casa Blanca».
«Muchos de ellos, igual que ustedes, eran niños cuando fuimos atacados» señaló la secretaria y confesó que en esos momentos recordó a los familiares de las personas que murieron el 11-S y a los heridos, y esa reacción le hizo a ella «pensar en el futuro».
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