Madrid.- El vicepresidente de Colombia, Angelino Garzón, y el expresidente Ernesto Samper coincidieron este lunes en apostar por las conversaciones de paz que se desarrollan con la guerrilla de las FARC en La Habana, aunque advirtieron de que el proceso no será fácil ni, en caso de que fructifique, tampoco el posconflicto.

Ambos participaron en un seminario sobre el «El proceso de paz en Colombia», organizado por la Secretaría General Iberoamericana después de que la semana pasada culminara el décimo ciclo de conversaciones en la capital cubana entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC.

En su intervención Garzón dijo que su Gobierno está dispuesto a firmar un acuerdo de paz con la guerrilla antes de que acabe este año, pero se mostró escéptico ante la perspectiva de que la otra parte acepte.

El presidente Juan Manuel Santos «tiene la voluntad política de firmar la paz este año», según el vicepresidente, quien subrayó que «si se firman los acuerdos son para cumplirlos».

Garzón aseguró que en el actual proceso hace falta «paciencia y constancia» porque las conversaciones son con un grupo armado ilegal, y ambas partes deben moverse al margen de los tiempos políticos de Colombia.

En especial porque el año que viene habrá elecciones presidenciales y las actuales conversaciones, hayan cuajado o no para entonces, pueden tener una influencia.

Garzón no pareció muy deseoso de que se mezcle el proceso de paz con el electoral, mientras Ernesto Samper afirmó que no ve problema en que se llegue a las elecciones presidenciales de 2014 sin cerrar un acuerdo, porque de ese modo los ciudadanos también podrían dar su opinión sobre el asunto.

Ambos coincidieron en que el Gobierno no podía aceptar la petición de la guerrilla de un alto el fuego durante las conversaciones y el vicepresidente dejó claro que su Ejecutivo quiere tener «manos libres para seguirla combatiendo».

También se estuvieron de acuerdo en rechazar, como plantean las FARC, que un eventual acuerdo de paz sea «blindado» a través de una asamblea constituyente, algo que para Garzón es «un imposible» y para Samper un factor de riesgo, porque la guerrilla podría encontrarse con que una nueva asamblea se negara a ratificar el pacto.

El vicepresidente avisó a las FARC de que plantee peticiones adecuadas al proceso, porque «si se piden imposibles el Gobierno dirá ‘hasta aquí puedo llegar'», lo que sería muy negativo para el país.

El expresidente Samper (1994-98) opinó por su parte que el proceso «va bien» y lo identificó con «una lucecita de esperanza» después de medio siglo de oscuridad, en alusión a la violencia de décadas.

Mencionó lo que considera «debilidades» del proceso de paz, como la ausencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que, con unos 3.000 guerrilleros, podría ocupar los espacios dejados por las FARC en caso de una desmovilización de ésta.

Abogó por dar más presencia a la sociedad civil en el proceso para reforzarlo y por constituir una Comisión de la Verdad que permita a las familias de las víctimas saber dónde están enterrados sus familiares muertos.

Si el proceso termina con un acuerdo de paz Samper aseguró que hay que prever garantías de supervivencia económica de los guerrilleros y, sobre todo, afrontar un período de reconciliación de quince o veinte años que «será lo más doloroso».

La aceptación por la sociedad de algún tipo de ayuda a los guerrilleros será difícil, apuntó el expresidente, ya que medidas como amnistías o indultos «son impopulares».

Garzón agradeció el papel de los gobiernos que han cobijado el proceso (Noruega y Cuba) y de los «amigos» que lo acompañan (Chile y Venezuela) y Semper destacó el papel de Caracas y La Habana, dada la cercanía ideológica con las FARC y aseguró que si se acaba con el narcotráfico que genera dinero para la guerrilla también puede involucrarse a Estados Unidos.

Fuente: elconfidencial.com