Por Daris Javier Cuevas
El lavado de dinero o blanqueo de capitales es un fenómeno que data de muchos años, siendo este muy complejo a la vez, ya que su origen está vinculado a la forma de ocultar y disfrazar la existencia de un determinado volumen de transacciones de orden financieras. Por tales razones se puede hablar de la economía delictiva o economía del crimen cuya expansión es tan real que ya se torna imposible un aislamiento de la economía legal de la ilegal, cuya dimensión ha encontrado un espacio fértil en un mundo globalizado.
Las operaciones de lavado iniciaron su época de auge en Chicago cuando el mundo no se recuperaba de los efectos de la primera guerra mundial. En efecto, para 1920 se habían organizado grupos de comerciantes que resultaron ser delincuentes hábiles que aprovecharon la “ley seca” de USA para especular con el negocio del alcohol, los juegos y otras actividades ilícitas con el propósito de generar inmensas fortunas, las cuales no podían declarar por ser de origen dudoso. Para aparentar el origen sano de esos capitales se dedicaron a la compra de varias cadenas de lavanderías cuyas ganancias diarias la mezclaban con las ganancias de los negocios sucios para justificar la legalidad de sus operaciones. Es a partir de esa época que se habla de lavado de dinero.
Dada esas características, el concepto de lavado de dinero se refiere a las operaciones que proceden de negocios ilícitos que no pueden justificarse, que tratan de convertirse en actividades licitas con la finalidad de penetrar a la economía legal. Pero es que las operaciones de lavado de dinero tienen una dimensión internacional que han encontrado múltiples canales de penetración en los mercados financieros internacionales como son los sectores financiero, inmobiliario, el comercio de obras de arte, los diferentes medios de pagos electrónicos y los denominados paraísos fiscales o banca offshore.
Las economías donde existen legislaciones débiles para enfrentar las operaciones de lavado de dinero, se exponen al riesgo de ser utilizadas con la finalidad de realizar transferencias de grandes sumas millonarias de capitales de un país a otro cuyos efectos sobre el conjunto de la economía son desbastadores como es el caso de la liquidez y solidez bancaria, la volatilidad de los flujos de capitales que impacta de manera directa en los tipos de cambios, transformación en el precio de los inmuebles, perturbaciones en las tasas de interés, en fin los mercados financieros que preservan controles inadecuados son vulnerables al lavado de dinero.
Ahora bien, ante este potencial de riesgos a que se exponen los diferentes mercados financieros, los organismos de supervisión bancaria han tenido que desarrollar el área de prevención como herramienta adecuada para promover que las actividades bancarias asuman las buenas prácticas y por tanto tener entidades de intermediación financiera descontaminada de los gérmenes de las actividades ilícitas que amenazan la estabilidad financiera y económica de manera permanente.
Por tales razones es que el comité de Supervisión Bancaria de Basilea ha sugerido que los organismos de supervisión requieran a las entidades bancaria llevar a cabo la práctica de conocer su cliente, o know your customer (KYC), para tener mayores controles y los procedimientos adecuados para que los bancos cuenten con mayores controles. La importancia de el conozca su cliente conlleva identificar la procedencia del dinero que ingresa a las entidades bancarias y por ende a la economía, los cuales han de ser fruto de actividades licitas. La insistencia en la producción de normas para conocer su cliente orientado hacia la prevención pone en evidencia de cómo ha evolucionado los criterios de la supervisión bancaria a lo largo del tiempo.
Pero es que desde 1998, el comité de Basilea había alertado sobre la prevención del uso delictivo del sistema bancario donde se estipula los principios éticos que los bancos han de implementar para identificar sus clientes, rechazar transacciones sospechosas y cooperar con todos los organismos que trabajan en el combate al blanqueo de capitales. Por igual para 1997 se emitieron los principios básicos para la supervisión eficaz y en el cual se sugiere a los supervisores adoptar todas las recomendaciones emitidas por el grupo de acción financiera internacional (GAFI) referentes a la identificación de clientes, mantenimiento de registros, la debida diligencia, o due dilligence, para detectar transacciones sospechosas. Con la supervisión basada en riesgo y la prevención de lavado se puede evitar ser sorprendido como los bancos HSBC, el Citibank y el Banco del vaticano con operaciones de lavado.
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