Por: Juan Carlos Mejía Aquino
A sus 67 años de edad Martín Aquino Reyes todavía rememorara con gran nitidez sus 24 años continuos de trabajo como ayudante de capataz en la vía férrea del Ingenio Río Haina, del Consejo Estatal del Azúcar (CEA). Recuerda que cada madrugada en la que se levantaba para realizar su jornada era motivada por un horizonte claro: trabajar duro, sin descanso, para cuando llegue la vejez poder subsistir con su pensión.
Inició sus funciones en 1975, cuando entró al CEA, y desde entonces permaneció hasta el 1999 cuando fue paralizado junto a decenas de sus compañeros. Concluyó su vida laboral ganando 3,296.95 pesos mensuales, menos los descuentos que le hacía esa institución para fines de una pensión que al día de hoy gestiona a través del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), pero que probablemente nunca verá.
La más reciente información que recibió Martín del IDSS, ante sus ingentes esfuerzos por lograr unos cinco mil pesos de pensión fue: usted no reúne las condiciones para otorgarle su pensión por esta vía, porque no logró acumular las 400 cotizaciones requeridas, pese a sus 24 años continuos de trabajo. Lo siento mucho.
Ante esa situación, continuaron, lo que procede es archivar su expediente y proceder a colocar su nombre en la lista que ocupan más de 5,000 personas que están en su misma condición, en espera que el Presidente le otorgue una pensión por decreto, como sucedió en el año 2012 con unas 2000 personas.
Martín es solo uno entre miles que aún viven sus últimos días terrenales cargando sobre sus hombros el peso de la injusticia del sistema. Su caso es un espejo de una realidad que fue construida décadas atrás por los tomadores de decisiones políticas que hoy también reivindican el mismo modelo abusador y excluyente consistente en garantizarse su futuro a costa de la desgracia del otro.
Conocer en detalle el caso de Martín, como el de cada uno sus compañeros, es deprimente. Pero a su vez, su estado actual resulta enriquecedor para aquellos que necesitan tener una explicación sencilla y clara sobre el lugar en que nos encontramos como sociedad, no solo en este tema, sino en salud, educación, seguridad y otras que nos colocan como país en los lugares más bajos.
Pero además, este caso como los más de 5,000 que se mantienen en la lista nos hace reflexionar sobre el hecho de que los males que hoy padece la población y que se expresan a través de la delincuencia, falta de oportunidades, inmovilidad social ascendente, violencia, raterismo, corrupción y otros, no son el resultado de la casualidad, sino de la construcción de un sistema injusto, reivindicado por todos los gobiernos de este país, que reproduce calamidades con toda naturalidad.
Artículo originalmente publicado en el Hoy.com.do
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