Los agentes policiales quedaron asombrados al llegar a una vivienda en el sector La Baldosera de la ciudad Marín, en el estado venezolano Yaracuy, y encontrarse a un niño llorando desconsoladamente con quemaduras de segundo grado en toda su boca y cachetes.
Mientras tanto, la madre, una embarazada de 27 años, alegaba que lo había castigado por haberse comido la única comida que había en la casa. El padre no vive con ellos y fue el llanto del niño lo que alertó a los vecinos.
La mujer está detenida y será juzgada por trato cruel hacia un menor, que implica una pena de prisión de 12 a 36 meses.
Tras el arresto, la mujer indicó que salió un momento a la bodega, dejó al niño de 8 años en la casa y cuando regresó lo encontró en la cocina con la olla de frijoles vacía, único alimento para él y ella, quien tiene 5 meses de embarazo.
Según El Pitazo, es el segundo ataque de este tipo en el municipio San Felipe ya que en marzo de este año otra mujer hirió a su hijo con un tenedor por comerse una comida sin permiso y también fue denunciada por sus vecinos al escucharse el llanto del niño en uno de los edificios de la Ciudadela Hugo Chávez Frías.
Según estadísticas llevadas por el Centro Comunitario de Aprendizaje de Venezuela (Cecodap), la violencia intrafamiliar, o puertas adentro, contra los niños y adolescentes, va en escalada, ya que en 2015 la organización registró 3.185 casos de denuncia intrafamiliar y en 2016 la cifra ascendió a 9.807, siendo los detonantes el estrés y la crisis que se vive en el país.
Esta decisión busca fortalecer los lazos entre ambas naciones, en el marco de una política exterior que favorece la integración regional
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