Enfoque Banco Mundial
Va por buen camino para estabilizarse, pero su impulso es débil y está sujeta a riesgos considerables.
El comercio internacional y la inversión han sido inferiores a lo previsto al inicio del año, y la actividad económica en las principales economías avanzadas, en particular en la zona del euro, y en algunos grandes mercados emergentes y economías en desarrollo ha sido menor de lo que se anticipaba.
Según el informe Global Economic Prospects: Heightened Tensions, Subdued Investment (Perspectivas económicas mundiales: Mayores tensiones, escasas inversiones) de junio de 2019, el crecimiento en las economías emergentes y en el mundo en desarrollo se recuperará el próximo año a medida que desaparezcan las turbulencias y la incertidumbre que afectaron a un grupo de países a fines del año pasado y el presente año.
Diversos riesgos podrían alterar ese frágil impulso: un mayor aumento de las disputas comerciales entre las principales economías del mundo, las nuevas perturbaciones financieras en las economías emergentes y en desarrollo, o una desaceleración del crecimiento económico más pronunciada de lo esperado en las principales economías.
Motivos de particular preocupación son la disminución del crecimiento del comercio mundial, que llegaría al nivel más bajo desde la crisis financiera hace una década, y la caída de la confianza empresarial.
“Un crecimiento económico más sólido es fundamental para reducir la pobreza y mejorar los niveles de vida”, dijo el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass.
“En la actualidad, el impulso económico sigue siendo débil, en tanto que los elevados niveles de deuda y el escaso crecimiento de la inversión en las economías en desarrollo están impidiendo a los países lograr su potencial. Es urgente que los países lleven a cabo reformas estructurales importantes para mejorar el clima de negocios y atraer inversión. También deben priorizar la gestión y la transparencia de la deuda, de modo que el nuevo endeudamiento contribuya al crecimiento y fomente la inversión”.
En el informe se advierte que, dado que el crecimiento equitativo es esencial para reducir la pobreza y aumentar la prosperidad compartida, los mercados emergentes y las economías en desarrollo deben reforzar las protecciones que tienen contra corrientes económicas descendentes repentinas.
Los responsables de la formulación de políticas económicas y sus electores enfrentan múltiples cuestiones críticas para mantener el impulso en este frágil entorno. En la presente edición del informe sobre las perspectivas económicas mundiales se examinan varias de ellas:
El Banco Mundial publica el informe Perspectivas económicas mundiales dos veces al año, en enero y junio, como parte de su análisis en profundidad de los principales acontecimientos macroeconómicos mundiales y sus efectos en los países miembros. La publicación proporciona información para apoyar la consecución de los objetivos de desarrollo y constituye un recurso confiable para los países miembros, las partes interesadas, las organizaciones de la sociedad civil y los investigadores.
Los elevados niveles de deuda son cada vez más un motivo de preocupación. Muchas economías emergentes y en desarrollo se han endeudado excesivamente y sus reducciones de la deuda pública conseguidas con tanta dificultad antes de la crisis financiera mundial se han revertido. La deuda de las economías emergentes y en desarrollo ha aumentado un promedio de 15 puntos porcentuales, hasta llegar al 51 % del PIB en 2018.
La acumulación de deuda se puede justificar debido a la necesidad de proyectos de fomento del crecimiento, tales como inversiones en infraestructura, salud y educación. Y, de hecho, las necesidades son enormes: según análisis del Banco Mundial, los países de ingreso mediano e ingreso bajo necesitarán entre USD 640 000 millones y USD 2,7 billones al año en inversiones para lograr los objetivos de desarrollo en 2030.Además, un gasto público prudente puede ayudar a los países a superar los períodos de contracción económica.
Sin embargo, el endeudamiento excesivo conlleva serios riesgos. Incluso en un entorno de bajas tasas de interés, la deuda se puede acumular y llegar a niveles insostenibles. Las grandes cantidades de gasto público para afrontar el servicio de la deuda obligan a asignar menos recursos a otras actividades importantes. La elevada deuda también hace pensar a los inversionistas y a los consumidores que los Gobiernos quizás aumentarán los impuestos para controlar los déficits, disminuyendo el gasto empresarial y de los consumidores. En casos extremos, el alto endeudamiento puede conducir a incumplimientos de obligaciones financieras y rescates financieros.
¿Entonces, qué nivel de deuda es demasiado? Cada Gobierno tiene que lograr el equilibrio correcto. En el caso de las economías con balances sólidos, es posible que sea apropiado contraer deuda para impulsar el crecimiento. Las economías en condiciones fiscales inestables quizás deban ser más cautelosas y primero encontrar maneras de aumentar sus ingresos.
Aquellas que contratan préstamos se beneficiarían de una mejor gestión de la deuda y una mayor transparencia de la gestión de la deuda. La deuda debería ser contraída con la perspectiva de mantener la estabilidad y la resiliencia.
El escaso crecimiento de la inversión, relacionado con las inquietudes sobre el lento crecimiento mundial, suscita preocupación acerca de la perspectiva económica de largo plazo de los mercados emergentes y las economías en desarrollo. A pesar del último leve repunte, se espera que el crecimiento de la inversión será inferior a los promedios históricos en los próximos años.
Esto significa que se están desacelerando los avances logrados por las economías emergentes y en desarrollo para recuperar terreno frente a las economías avanzadas. La menor acumulación de capital representa un problema para la productividad de un país. Lo anterior también suscita inquietud acerca de cómo subsanar las enormes brechas en las necesidades de desarrollo a lo largo de la próxima década.
Algunas maneras de impulsar la inversión pública son reasignar recursos de áreas no productivas y aumentar la eficiencia. Para promover la inversión privada, se pueden implementar estrategias como eliminar las restricciones empresariales y abordar las ineficiencias del mercado y el débil gobierno de las empresas.
Las autoridades pueden ofrecer mayor claridad acerca de la dirección de las políticas y procurar una mayor integración en las cadenas de valor mundiales. Las economías exportadoras de productos básicos pueden intentar lograr una mayor diversificación como un medio de reducir la vulnerabilidad a la inestabilidad de los mercados de recursos naturales.
Un aspecto aún más preocupante del lento ritmo económico es qué significa esto para las economías más pobres. El rápido crecimiento económico en algunos países de ingreso bajo desde el cambio de siglo permitió reducir la pobreza, y que muchos pasaran a la categoría de país de ingreso mediano. Pero ¿cuáles son las perspectivas para aquellos países que aún pertenecen a la categoría de país de ingreso bajo, o sea que tenían un ingreso per cápita de USD 995 o menos en 2017?
El número de países de ingreso bajo ha disminuido, pasando de 64 en 2001 a 34 en 2019, lo cual ha sido impulsado por el término de los conflictos en diversos países, los programas de alivio de la deuda, y la integración comercial con países más grandes y con economías más pujantes. Sin embargo, los restantes países de ingreso bajo enfrentan desafíos más complicados que aquellos que han alcanzado niveles de ingreso más altos.
Muchos de los actuales países de ingreso bajo se encuentran en posiciones particularmente débiles en materia de ingreso. Además, más de la mitad de ellos se ven afectados por la fragilidad, el conflicto y la violencia. Y la mayoría están en condiciones geográficas desventajosas, ya sea por el aislamiento o no tener litoral, haciendo más difícil la integración comercial.
A esto se agrega que muchos dependen fuertemente de la agricultura, dejándolos más vulnerables a los fenómenos meteorológicos extremos y con menor capacidad de sumarse a las cadenas de valor mundiales; que las previsiones para la demanda de productos básicos se debilitan a medida que las principales economías se desaceleran, y que las vulnerabilidades del endeudamiento aumentan considerablemente. Todo esto hace que las perspectivas de avances parezcan desalentadoras.
Para lograr un crecimiento más sólido en los países de ingreso bajo, los encargados de la formulación de políticas, los ciudadanos y la comunidad internacional deben analizar tanto los factores internos como externos que impulsan el crecimiento, así como las medidas para mitigar los riesgos.
A nivel nacional, puede ser útil desarrollar sistemas financieros más fuertes y promover la inclusión financiera, y mejorar la gestión y el clima para los negocios a fin de apoyar al sector privado. La integración en el comercio mundial y el fomento de la inversión extranjera directa son maneras, más allá de sus fronteras, que un país puede utilizar para crecer.
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