A solo seis semanas desde que los científicos chinos divulgaron la secuencia, o estructura biológica, del nuevo virus, la compañía Moderna envió su vacuna al Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos para comenzar las pruebas.
Es un tiempo récord para el desarrollo de una vacuna. Otras compañías están también enfrascadas para llevar sus vacunas a pruebas clínicas.
Sin embargo, ese proceso para comprobar la seguridad y la eficacia de la vacuna tomará de 12 a 18 meses, dicen las autoridades. Después, el producto enfrentará un nuevo obstáculo: habrá que fabricar y distribuir suficientes vacunas para satisfacer una demanda que pudiera ser una pandemia global.
Una nueva tecnología
La vacuna de Moderna es uno de varios candidatos que emplean una nueva tecnología que nunca ha sido usada en los humanos.
Todas las vacunas hasta ahora contienen partes del germen en cuestión. Su función es alertar al sistema inmunológico del paciente a que esté atento al germen.
Esta vacuna de Moderna contiene solamente instrucciones genéticas de esas partes. El propio cuerpo del paciente traduce esas instrucciones en las partes del germen que alertan al sistema inmunológico.
Este tipo de vacuna genética se produce más rápido que las vacunas tradicionales. Todo lo que necesitan los científicos es el código genético, que en el caso del coronavirus estaba disponible a pocas semanas de su aparición.
Así es como Moderna pudo presentar una vacuna para pruebas clínica en tiempo récord.
Sin embargo, la compañía de biotecnología Massachusetts, con solo 10 años en el mercado, nunca había desarrollado una vacuna. Si su producto prueba ser seguro y efectivo, la demanda global sería de miles de millones de vacunas. La compañía no respondió a preguntas sobre su capacidad para producir una cantidad tan elevada.
«Algunas de estas técnicas innovativas se están haciendo por compañías muy pequeñas que no tienen experiencia en fabricar en gran escala las vacunas necesarias para inmunizar a todo el mundo”, dijo Amesh Adalja, un académico senior del Centro John Hopkins para Seguridad en la Salud.
“Habrá algunas discusiones sobre cómo desarrollar la capacidad de producción”, agregó.
Otras dos compañías pequeñas de biotecnología, Inovio, en Estados Unidos, y CureVac, en Alemania, están trabajando también en vacunas del tipo genético.
Los financiadores están “trabajando para identificar a fabricantes potenciales de producción en gran escala con los cuales relacionar a sus creadores de vacunas”, según la Coalición para la Preparación Innovativa para Epidemias, CEPI, una sociedad internacional pública y privada fundada en 2017 para promover el desarrollo de vacunas para nuevas enfermedades.
Las tres compañías mencionadas reciben fondos del CEPI.
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