El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, volvió a ignorar este domingo la gravedad del coronavirus, que deja ya casi 30.000 muertes en el país, y asistió a una manifestación en la que hasta se paseó montado a caballo ante miles de personas.
El acto se desarrolló a las puertas del Palacio presidencial de Planalto, en Brasilia, y como ha ocurrido en manifestaciones que el «bolsonarismo» celebró los últimos domingos, hubo protestas contra el Congreso y la Corte Suprema, que según los partidarios del líder de la ultraderecha «conspiran» contra el Gobierno.
La manifestación fue convocada en momentos en que Brasil, con casi medio millón, es el segundo país con más contagios de la Covid-19 en el mundo, sólo por detrás de Estados Unidos, y el cuarto en número de fallecidos, con 28.834, según el último dato oficial.
A diferencia de otras veces, Bolsonaro no hizo declaraciones y se limitó a saludar y abrazar a muchos de los asistentes, cargó algunos niños en sus brazos y posó para fotos, todo sin usar la máscara que es obligatoria para circular por las calles de Brasilia.
Tras saludar a sus partidarios, calculados en unos 3.000, el jefe de Estado se dirigió hacia un grupo de policías a caballo, montó en uno de ellos y se paseó entre las personas, que tras la cabalgata se dispersaron sin mayores incidentes.
En los carteles mostrados por los manifestantes se leían frases desafiantes a la independencia de los tres poderes de la nación y hasta alguna demanda de «intervención militar», junto a otras que pedían el «cierre» del Parlamento y del Congreso.
Sin embargo, la gran mayoría de las pancartas aludía a la defensa de «Dios, la familia, la patria y la libertad», que son los «valores conservadores» que Bolsonaro suele citar en sus discursos.
Otros carteles exigían que los Gobiernos locales y municipales, responsables por aplicar medidas de restricción de la circulación de personas para contener al virus, liberen inmediatamente las actividades económicas «en defensa de los empleos».
Para este domingo están convocadas otras manifestaciones en apoyo al Gobierno de Bolsonaro y las mayores se prevé que serán realizadas en São Paulo y Río de Janeiro, dos de las ciudades del país que han sido más golpeadas por la pandemia de coronavirus.
Bolsonaro, así como tres de sus hijos que actúan en política, son ahora mismo objeto de diversas investigaciones que están en manos de la Fiscalía General y son supervisadas por la Corte Suprema.
En el caso del mandatario, es sospechoso de intentar intervenir ilegalmente en la Policía Federal, un organismo autónomo que depende del Ministerio de Justicia, cuyo ex titular Sergio Moro denunció esas supuestas irregularidades.
Este sábado, Bolsonaro publicó una serie de mensajes en las redes sociales en alusión a los problemas de su Gobierno con la Justicia y concluyó con una frase contundente: «Todo apunta para una crisis», escribió.
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