La jefa de la policía de Boulder (Colorado), Maris Herold, leyó este martes uno por uno los nombres de las últimas 10 víctimas de la violencia armada en Estados Unidos, que tenían entre 20 y 65 años, y entre las que hay un policía. El tirador, que atacó a los clientes de un supermercado, fue detenido en la noche del lunes (hora local) en el escenario del crimen tras recibir un disparo en una pierna. Se trata de Ahmad Al Aliwi Alissa, de 21 años, que vestía un chaleco antibalas, y quien llegó junto a su familia de Siria en el año 2002. Según declaró a la cadena CNN un hermano del agresor, este tiene “problemas mentales”. El de Boulder es el segundo tiroteo masivo en una semana en Estados Unidos tras el asalto con ocho muertos a tres centros de masaje de Atlanta. El presidente, Joe Biden, urgió a prohibir las armas de asalto.
Desde la Casa Blanca, Biden instó al Congreso a actuar sin perder tiempo para aprobar una legislación sobre el control de armas que prohíba, por ejemplo, los rifles de asalto. Por segunda vez en una semana, el mandatario ordenó que las banderas ondeen a media asta en los edificios federales. El presidente declaró que no iba a especular sobre lo sucedido sin tener todos los datos de la investigación, pero enfatizó que utilizará todos los recursos a su alcance para mantener a los estadounidenses seguros.
Durante la campaña a la Casa Blanca, hizo promesas de que abordaría un mayor control de armas. “No podemos esperar un minuto más”, declaró el demócrata, quien defiende que es de sentido común actuar ante una plaga que desangra al país y destroza vidas y familias.
En Boulder, una ciudad de unos 100.000 habitantes (a 40 kilómetros al noroeste de Denver, la capital del Estado) y sede de la Universidad de Colorado, el responsable del tiroteo fue trasladado estelunes desde el hospital donde se le trataba por una herida de bala en una pierna hasta la prisión. Se desconocen los motivos que llevaron al joven a provocar la matanza en un popular supermercado de la localidad, según dijo la jefa de policía. Sin embargo, la cadena CNN informó de que había tenido contacto con el hermano del asaltante y que este había declarado que Alissa tenía “problemas mentales” y había sufrido “acoso” en el colegio por ser musulmán. Se reían de su nombre, según esta información. También según la misma cadena, el asaltante tenía en su domicilio más armas.
Biden ha dejado públicamente claro que desea que el Congreso apruebe leyes que requieran verificaciones estrictas de antecedentes para todas las ventas de armas y que se prohíba la adquisición por parte del público de los rifles de asalto y armamento de alta capacidad. La cuestión es cómo de rápido y en qué medida el Senado, dividido entre 50 demócratas y 50 republicanos, puede aprobar reformas legales que exigen 60 apoyos, una mayoría reforzada.
“La epidemia y la violencia de las armas reclama una legislación que la controle”, ha declarado el líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Chuck Schumer. Lo sucedido en Boulder añade nueva presión a la agenda demócrata para el control de las armas. Este martes, el Senado tenía programada una sesión sobre el tema fijada antes de lo sucedido en Colorado. Una vez más quedó clara la división partidista sobre tan polémico asunto. Los demócratas declararon que “los pensamientos y las oraciones” no eran suficientes para acabar con el problema. Los republicanos replicaron que hablar de reformar las leyes para la posesión de armas de fuego tampoco.
Llegó a Estados Unidos desde España en 1993 y desde 2002 reside en Boulder, donde es profesor de Química y Ciencias Ambientales en la Universidad de Colorado. José Luís Jiménez recuerda este martes en conversación telefónica con EL PAÍS las muchas veces que ha comprado sandwiches con su mujer y su hijo en uno de los negocios del centro comercial en el que, en la tarde del lunes, un joven de 21 años con un fusil de asalto acababa con la vida de 10 personas. Ahmad Al Aliwi Alissa añadía un nuevo tiroteo de masas al ya castigado Estado de Colorado, cuna del tristemente famoso Instituto de Columbine (12 estudiantes muertos, un profesor y los adolescentes que provocaron el tiroteo acabaron suicidándose).
“No es algo que me resulte nuevo”, relata Jiménez, 52 años. “En la Universidad nos entrenan para posibles tiroteos de masas, nos dicen que debemos escondernos, correr y llegado el caso luchar”, prosigue. Nacido en Zaragoza, el profesor admite que él tiene un bote de spray de pimienta para una eventual defensa y que alguna vez, alguna, ha pasado por su cabeza comprarse un arma con la que defenderse. Pero a continuación, Jimenez se corrige: “No creo que me valiera de mucho ante alguien con una metralleta”, explica con lo que suena a una sonrisa triste ante el despropósito.
Como europeo, Jiménez sabe que las medidas de protección que enseñan a su hijo de siete años en el colegio son innecesarias en un país como, por ejemplo, España. “Pero aquí a veces tienes miedo”, reconoce. “No lo voy a negar, desde que sucedió el ataque de Aurora [ciudad de Colorado en la que en 2012 un tirador acabó con la vida de 12 personas que veían una película de Batman], yo siempre me fijo en dónde está y busco sentarme en el lugar más cercano a la salida de emergencia en el cine”.
Relata Jiménez que en esta ocasión cree que no conoce a nadie de la lista de 10 fallecidos pero no sabe la próxima. “De todas maneras es muy duro que tus amigos te llamen y te digan que sus hijos estaban en el centro comercial y tuvieron que salir corriendo para salvar la vida”. Como colofón, este profesor, muy implicado en divulgar en español la ciencia que hay detrás de la pandemia, se define optimista ante la lacra de las armas de fuego en EE UU. “Esto es como el cambio climático”, dice, “a corto plazo está difícil el cambio pero a medio es posible”.
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