«Morir joven lo más tarde posible», la frase que se le atribuye al antropólogo británico-estadounidense y humanista Ashley Montagu cobra cada vez más vigencia. Es que la evidencia científica es clara acerca de que la brecha entre la edad cronológica y la edad biológica puede ser amplia. Más sencillo: una más «joven» genéticamente que su edad real y la velocidad a la que camina puede dar pistas sobre eso.
Así lo mostró un nuevo estudio que utilizó datos genéticos de más de 400 mil adultos reunidos en el Biobanco del Reino Unido y halló un vínculo estrecho entre el ritmo de la marcha y la longitud de los telómeros, un marcador genético de la edad biológica: tener telómeros más largos es considerado un biomarcador de la longevidad.
En la investigación publicada en la revista Communications Biology, investigadores de la Universidad de Leicester estimaron que caminar rápido podría equivaler a 16 años de edad biológica menos en personas de mediana edad.
Moverse en forma más veloz, independientemente de la cantidad de actividad física, estaba asociado con telómeros más largos, indicaron.
Los telómeros son las estructuras situadas al final de cada cromosoma y contienen secuencias repetitivas de ADN no codificante que protegen al cromosoma del daño, de manera similar a la forma en que las «tapitas» en las puntas de los cordones de hilo evitan que se deshilachen.
Cada vez que una célula se divide, estos telómeros se acortan, hasta un punto en el que se achican tanto que la célula ya no puede dividirse, lo que se conoce como «senescencia replicativa», proceso que contribuye al envejecimiento, así como a la aparición de enfermedades asociadas con la edad.
A raíz de eso, los científicos consideran que los telómeros son marcadores robustos de la edad biológica de una persona, independientemente de cuándo haya nacido.
Aunque la relación entre la longitud de los telómeros y la enfermedad no se comprende del todo, se cree que la acumulación de estas células senescentes contribuye a una variedad de síntomas que asociamos con el envejecimiento, como la fragilidad y ciertas patologías.
Si bien los beneficios físicos, mentales, sociales y para la salud de caminar están bien documentados, este estudio es uno de los primeros de su tipo en comparar datos genéticos con velocidades de caminata autoinformadas, así como mediciones reales de la intensidad del movimiento realizadas a partir de dispositivos portátiles usados por los participantes.
«Esta investigación utiliza datos genéticos para proporcionar evidencia más sólida de un vínculo causal entre un ritmo de marcha más rápido y una longitud de telómeros más larga. Los datos de los dispositivos portátiles de seguimiento que se usan en la muñeca para medir la actividad física habitual respaldaron un papel más importante de la intensidad (caminar más rápido) en relación con la longitud de los telómeros», afirmó Paddy Dempsey, autor principal del estudio, profesor e investigador en el Centro de Investigación Biomédica NIHR .
«Esto sugiere que medidas como una velocidad de marcha habitualmente más lenta son una forma sencilla de identificar a las personas con mayor riesgo de enfermedades crónicas o envejecimiento no saludable» sumó.
Asimismo, indicó que caminar más rápido o incrementar la intensidad de una actividad «puede desempeñar un papel importante en la optimización de las intervenciones» vinculadas al estilo de vida.
«Además de aumentar la caminata en general, aquellos que puedan hacerlo podrían aspirar a aumentar la cantidad de pasos completados en un tiempo determinado (por ejemplo, caminando más rápido hasta la parada del colectivo)», dijo. No obstante, apuntó que todavía es necesario investigar más al respecto.
En estudios previos, investigadores de la Universidad de Leicester, también a partir de los datos del biobanco británico, ya habían demostrado que tan solo 10 minutos de caminata rápida al día se asociaban con una mayor esperanza de vida, y que las personas que caminan a paso ligero tienen hasta 20 años más de esperanza de vida en comparación con las personas que caminan lento.
Este nuevo estudio demuestra un vínculo entre caminar a paso ligero y la longitud de los telómeros.
«Aunque anteriormente demostramos que el ritmo de caminata es un predictor muy fuerte del estado de salud, no hemos podido confirmar que adoptar un ritmo de caminata rápido en realidad provoque una mejor salud», explicó Tom Yates, autor principal del estudio y profesor de actividad física, comportamiento sedentario y salud.
«En este estudio, utilizamos la información contenida en el perfil genético de las personas para mostrar que un ritmo de caminata más rápido es probable que conduzca a una edad biológica más joven, según lo medido por los telómeros», concluyó acerca de los alcances de la investigación.
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