“Literalmente todo esto ha puesto mi vida patas arriba”, dice Georgia Ford, de 20 años sobre el diagnóstico erróneo que salió terriblemente mal. “Pasé de ser una estudiante universitaria a estar en el hospital como paciente de cáncer”, continúa

La nativa de Gloucester, Inglaterra, tiene específicamente un cáncer raro llamado carcinoma de células renales papilares (CCRP), que implica un tumor derivado de sus riñones que ha hecho metástasis en sus pulmones, hígado, ganglios linfáticos y huesos. Su panorama es muy complicado, pero ella no deja de pensar en lo primero que le dijeron los médicos: “acidez estomacal inducida por el alcohol”, algo que la tranquilizó.

Ford había informado inicialmente al médico después de sentirse enferma con acidez estomacal, un síntoma del reflujo ácido, y el especialista le preguntó sobre sus hábitos de bebida.

Georgia Ford, de 20 años, le contó a los médicos que ella bebía demasiado.

«Me preguntaron si bebía mucho y les dije que sí, así que me recetaron unas tabletas protectoras antiacidez estomacal”, quien hasta hace poco estudiaba Derecho en la Universidad de Exeter. Sin embargo, pronto sospechó del diagnóstico del médico cuando días después sus síntomas persistieron y ella, por precaución había dejado de beber, da cuenta el New York Post.

Cuando las píldoras no funcionaron, sus médicos supuestamente atribuyeron su malestar a un dolor de espalda que había estado experimentando desde agosto de 2020. Luego llegó otro diagnóstico erróneo: «espasmos musculares».

«Atribuyó mi dolor de espalda a una mala postura o posiciones para dormir… Siempre me he desplomado y sentado mal, ese es verdad”, contó Ford, que en octubre de 2021 empezó a creer que ese no era su caso cuando su dolor lumbar y en los riñones apareció con fuerza, al punto que apenas podía moverse.

A Georgia Ford, de 20 años, los médicos le diagnosticaron algo que no tenía. Finalmente es cáncer terminal.

Pero su “síntoma principal”, señaló Ford en Kennedy News, era una tos tan severa que le sacaba el aire y le hacía vomitar cada vez más. “Había tosido tanto que terminaría vomitando”, dijo el paciente. “Ahí fue cuando comencé a perder peso porque no tenía ganas ni de comer”. Sin embargo, a pesar de tantos síntomas alarmantes los médicos seguían restando gravedad al caso.

«Fui a mi médico de cabecera varias veces», dijo Ford. «Cada vez que intentábamos algo nuevo y no funcionaba, volvía atrás e intentábamos otra cosa. Básicamente dijeron que todo esto estaba en mi cabeza y que no estaba enferma en absoluto. Yo pensaba que algo andaba mal”, contó.

A Georgia Ford, de 20 años, los médicos le dijeron su cáncer es incurable.

Hasta que un día empezó a toser y escupir sangre… Fue a la Guardia de emergencias y nuevamente la misma historia: los médicos encontraron «parches nublados» en sus pulmones pero le aseguraron era «nada que amenazara la vida», dijo la chica.

La placa de RX que muestra los manchones que Georgia Ford tiene en sus pulmones.

Harta, cada vez con más miedo y luego de haber perdido casi 15 kilos, en noviembre de 2021 habló con otros médicos y le diagnosticaron cáncer de células renales papilar (PRCC, por si siglas en inglés). Y su mundo se vino abajo.

Su condición era “incurable”, le dijeron los médicos. «Hay muy pocas veces en mi vida en las que me he quedado sin palabras… las palabras simplemente me evadieron por completo», dijo Ford sobre el momento en que se enteró de su diagnóstico. “Es como sentir tristeza abrumadora”.

Ahora Ford se animó a contar su historia. En un esfuerzo por frenar el cáncer, comenzó violentos tratamientos para intentar frenar el avance del mal. También lleva tanques de oxígeno portátiles cada vez que sale y usa un tubo de oxígeno por la noche para ayudarse a respirar. Quiere “vivir normalmente” y sentirse lo suficientemente bien como para reanudar sus estudios de derecho en septiembre. También lanzó una recaudación de fondos GoFundMe en beneficio de dos organizaciones benéficas dedicadas a luchar contra el PRCC.

Georgia Ford actualmente quiere que su historia se conozca para que aquellos que pasen por lo mismos no pierdan tiempo y presten especial atención a las señales que manda el cuerpo.

Pero a pesar de su mirada positiva de la vida afirma que no puede dejar de pensar en que hubiese pasado si los médicos hubieran anticipado su diagnóstico antes. “No sé cuánto más me enfermé en ese momento, y si mi historia podría ser un poco diferente. Es una de esas respuestas que nunca sabré, pero siempre me pregunto», se sinceró.

Ford ahora espera usar su terrible experiencia como una advertencia para todos, y por eso deja un mensaje final tras no haber «escuchado» a su cuerpo: «Si crees que algo anda mal, tienes que empujar y empujar”, ​​afirma aún con ganas de seguir peleando.

¿Qué es el cáncer de células renales papilares (CCRP)?

Se trata de un tipo de cáncer de riñón que se forma en las células que revisten los pequeños tubos del riñón que filtran los desechos de la sangre y elaboran la orina.

Cuando se observan al microscopio, la mayoría de los tumores papilares se ven como bultos largos y delgados con forma de dedo. Hay dos tipos de CCRP: tipo 1 y tipo 2. El tipo 1 tiende a crecer despacio y se disemina con menos frecuencia a otras partes del cuerpo que el tipo 2.

La mirada micoscópica de una célula cancerosa. Foto: Shutterstock

Los pacientes con un trastorno hereditario que se llama cáncer renal papilar hereditario tienen un aumento de riesgo de presentar CCRP de tipo 1. Los pacientes con un trastorno genético que se llama leiomiomatosis hereditaria y cáncer de células renales tienen un aumento de riesgo de presentar CCRP de tipo 2.