Una intervención muy sencilla, que dura entre 20 minutos y media hora, con anestesia local, que no duele y que se puede realizar en un consultorio sin ingresar al quirófano resulta una solución para aquellos varones que deciden no tener más hijos, pero también para jóvenes que no quieren ser padres a futuro, algo que genera controversia y divide las opiniones entre profesionales.
Si bien las razones suelen variar, un intento por compartir con la mujer la responsabilidad de la anticoncepción comienza a instalarse. Fue el caso de Luciano Pedraza, de 32 años, casado y padre de 3 hijos, quien decidió hacerse una vasectomía cuando su esposa comenzó con problemas de salud por tomar pastillas anticonceptivas. “Algunos médicos que consulté me preguntaban qué pasaba si me separaba y formaba pareja con otra mujer que quería hijos -recuerda Luciano-. Ni se me cruzaba por la cabeza algo así. Los dos estuvimos de acuerdo, hice los exámenes previos y me operaron. A las dos horas estaba en la calle nuevamente y al día siguiente fui a trabajar. Lo vivimos con mucha tranquilidad, porque yo no veía bien que ella tuviera que tomar pastillas y yo no hacer nada.”
La vasectomía implica una pequeña incisión (menos de 1 cm) en la bolsa del escroto, generalmente de cada lado, que permite cortar y ligar los conductos deferentes, encargados de transportar los espermatozoides desde el testículo a la uretra. Al cabo de 3 meses ya no habrá espermatozoides en la eyaculación y, por lo tanto, será imposible que ese hombre pueda reproducir.
¿Qué pasa con los espermatozoides? “Como cualquier célula que no se utiliza, se reabsorbe -dice Mariano Cohen, jefe de la Sección Andrología del Servicio de Urología del Hospital de Clínicas-. Y en el eyaculado no se nota, porque el 90% de la eyaculación es producido por la próstata y las glándulas seminales; los espermatozoides son menos del 10%”.
Cohen, que también es médico del Centro Argentino de Urología (CAU), sabe perfectamente de qué habla: es que él mismo, que tiene 51 años y es padre de dos hijos, decidió hace 10 años realizarse una vasectomía cuando su esposa tuvo cáncer de mama y ya no podría tener un nuevo embarazo, ni utilizar más hormonas. Desde el punto de vista íntimo, asegura Cohen, la vida de la pareja no cambia en nada. “La vasectomía no afecta el deseo”, asegura.
“En nuestra intimidad no hubo ninguna alteración. Siempre lo cuento. Algunos me miran con cara de susto, pero dentro de mi grupo ya hay otro amigo que se la hizo y tampoco tuvo problemas. ¿Por qué tu mujer la va a pasar mal si vos podés hacer algo y estamos compartiendo todo?”, plantea Marcelo Valla, dueño de un restaurante, de 51 años y papá de dos hijos. Su esposa no toleraba las pastillas y nunca logró adaptarse al dispositivo intrauterino (DIU). Conversaron la idea, la maduraron y se convencieron que era una buena salida.Hern·n Zenteno
Alejandro Montiel, policía de la Policía de la Ciudad, tiene 31 años y es padre de dos chicos. “Cuando nació mi último hijo, en 2017, empecé a pensar que por la situación económica sería muy difícil criar hijos -recuerda Alejandro-. Y también lo pensé como un método anticonceptivo para que ella no fuera la única en cuidarse. Me operé hace poco; la operación es ambulatoria, un poco molesto un día después, pero no duele. Yo creo que a los hombres les da vergüenza, pero a mí no. Lo cuento y ahí saltan varios que también se la hicieron pero, no dicen nada. No creo que quiera tener más hijos.”
Luego de la vasectomía, se recomienda no mantener relaciones sexuales durante una semana y seguir utilizando un método anticonceptivo durante tres meses. Al cabo de ese lapso, se solicita un espermograma para confirmar que ya no haya espermatozoides en el eyaculado. Pero los profesionales hacen una advertencia importante: la vasectomía no evita ninguna enfermedad de transmisión sexual. Para prevenirlas, sigue rigiendo el preservativo. Siempre.
Hernan Zenteno – La Nacion/Hernan Zenteno
“Comenzamos hace un tiempo con las vasectomías sin bisturí, con anestesia local, hasta se pueden hacer en un consultorio, sin necesidad de pasar por el quirófano -dice Eduardo Fernández, médico tocoginecólogo y director ejecutivo de la Maternidad Estela de Carlotto, en Moreno-. Se utiliza una pinza que abre la piel del escroto sin cortar y con eso se puede ingresar al testículo sin el bisturí. Las intervenciones duran unos 20 minutos. No hay dolor, pero puede haber algunas molestias”.
Su experiencia en ese centro de salud le indica que hay más pacientes que adoptan esta técnica. “Es una creencia que los hombres no quieren hacérsela. Estamos incorporando profesionales para responder a todos los pedidos”, grafica.
Dentro del abanico de las casi 1000 vasectomías que se realizaron desde 2016 en esa maternidad, han tenido casos de muchachos de 17 años. “Dicen que no quieren tener hijos y lo que expresa la ley de anticoncepción quirúrgica es que luego de recibir la información necesaria se debe respetar la decisión del paciente. Nosotros la respetamos. Los hospitales tienen que dejar de ser prestadores de servicios y transformarse en garantes de derechos. El médico no debe intervenir ni hacer juicios de valor: la persona decidió, hay que acompañarlo,” sostiene.
No piensa lo mismo Fernando Cenice, que es profesor titular de Urología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán y actualmente ejerce en la práctica privada. “Cada vez hay más presión de hombres de 20 a 35 años que solicitan la vasectomía. Yo no vasectomizo a menores de 35 años que no hayan tenido hijos -asegura Cenice-. Un chico joven puede venir diciendo que no quiere ser padre, pero se puede arrepentir. No es lo mismo lo que pensamos a los 20 que a los 40″.
De todos modos, la mayoría de los hombres que solicitan la cirugía sí han sido padres. Según Cohen, en la generación de los que hoy tienen alrededor de 40 años está muy arraigada la idea de que la anticoncepción es una cuestión de a dos.
Cohen siempre recomienda a sus pacientes que piensen la cirugía como algo definitivo. “Existe posibilidad de reversión, pero no es fácil ni siempre es exitosa -describe-. La reversión es eficaz hasta en un 70% si se hace antes de los siete años de la vasectomía, y ese porcentaje disminuye al 30% cuando ha pasado más tiempo”.
silvana colombo
El especialista agrega que si después de la vasectomía el hombre decide ser padre y no se puede efectuar una cirugía de reversión, existe la posibilidad de hacer una biopsia de testículo (ICSI), obtener espermatozoides y luego una fertilización in vitro (FIV), siempre y cuando sea fértil. “Por eso cuando algún paciente no tiene hijos y quiere una vasectomía yo le recomiendo primero un espermograma para que tome su decisión más informado, sabiendo que, por ejemplo, si el día de mañana decide ser padre le costará mucho si tiene pocos espermatozoides”, explica.
Tanto Cenice como Cohen coinciden en que las vasectomías son más solicitadas por pacientes de mediano y alto nivel socio cultural. “En el NOA, que es la zona que yo conozco -dice Cenice-, la vasectomía no está muy difundida en las clases más bajas porque creen que va a alterar la potencia sexual. El machismo hace que las mujeres estén más expuestas a la ligadura tubaria.”
Cohen detalla que las ligaduras tubarias implican una cirugía general, que requiere anestesia y es mucho más compleja, además de ser casi imposible revertirla.
Fernández difiere y no encuentra un predominio de alguna clase. “El 30% de nuestros pacientes por vasectomías son de otros distritos y la mitad tiene obra social sindical o prepaga. Es un hospital público, provincial, abierto a todos. No es cierto que se la acepta más en sectores medios y altos”, afirma.
La vasectomía se legalizó en la Argentina en 2006. La ley 26.130 establece que toda persona mayor de edad tiene derecho a realizarse ligadura de trompas de Falopio o vasectomía (anticoncepción quirúrgica) y que para hacerlo debe recibir información, decidirse y firmar un consentimiento sin necesidad del visto bueno, por ejemplo, de su cónyuge o pareja. Se hace gratuitamente en efectores públicos y el Programa Médico Obligatorio (PMO) indica qué obras sociales y prepagas deben cubrirla. No está permitida en personas incapaces y acepta la objeción de conciencia.
Después de casi 16 años, no es sencillo conseguir estadísticas sobre el tema: desde el Ministerio de Salud indicaron a LA NACION que “no existe información centralizada porque aún se depende de lo que mandan las provincias y es muy poco para sistematizarlo”. La consulta fue derivada entonces a la Dirección Provincial de Salud Sexual y Reproductiva de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Carlota Ramírez.
“Tenemos datos centralizados de 2020 y 2021, y en total se registraron 353 egresos hospitalarios por vasectomía -señala la funcionaria-. La Maternidad Estela de Carlotto es el único centro público bonaerense que hace vasectomía sin bisturí, que es ambulatorio y por eso no se registra como egreso hospitalario: desde 2016 en adelante, se realizaron allí 995 vasectomías”.
Fernández indica que la mayoría de esas intervenciones -el 72%- fueron a mayores de 30 años. “De las 995 vasectomías -dice su director ejecutivo-, 15 hombres no tenían hijos y no querían tener. La mayoría es para quienes ya tienen hijos y no quieren tener más. Tenemos 25 turnos por semana. Y ya hay lista de espera, no muy larga porque estamos incorporando profesionales.”
Según Ramírez, es una práctica que no solo en la Argentina sino en el mundo está empezando a estar en agenda y afirma que entre los llamados a la línea gratuita de salud sexual y reproductiva -0800-222-3444- el 60% de las consultas corresponden a vasectomías y el 40% a ligaduras tubarias. “Está aumentando la demanda y hay una oferta insuficiente”, puntualiza.
En cuanto a los hospitales porteños, los números muestran que hubo 2 vasectomías en 2013, 1 en 2014, 9 en 2015, 1 en 2016, 10 en 2017, 24 en 2018, 83 en 2019, 5 en 2020 y 92 en 2021. Los registros de 2022 estarán disponibles a partir de mitad de año, porque se procesan en forma semestral.
En el nivel privado es difícil tener cifras, pero Cohen indica que está en franco aumento. “Antes de la pandemia, yo hacía una por mes y ahora al menos cinco por semana”, comenta.
Las cuestiones psicológicas deben considerarse y ponerse sobre la mesa, tanto para entender las motivaciones del paciente como las implicancias luego de realizar la práctica. “El pedido de una vasectomía implica atender cómo alguien atraviesa una de las fantasías más comunes del erotismo heterosexual, que es la de embarazo”, afirma Luciano Luterau, magister en Psicoanálisis, doctor en Filosofía y en Psicología (UBA).
El especialista coloca el acento en cómo un hombre puede atravesar este nuevo estatuto de ser “un varón estéril”, que desde el punto de vista cultural no es necesariamente sin consecuencias.
“La vasectomía no debe ser pensada sólo como un método anticonceptivo, ni tampoco como algo heroico, el ‘lo hago por ella, la cuido a ella’. Hoy prima una concepción de la sexualidad organicista, pseudocientífica, que busca incentivar el placer en términos de una correcta estimulación genital. Una intervención de este tipo puede tener impacto sobre el erotismo y eso hay que tenerlo en cuenta, acompañarlo. La fantasía del embarazo puede existir aunque no signifique querer que ese embarazo se concrete y funcionar como el motor erótico de una relación: uno de los descubrimientos más importantes del psicoanálisis es, justamente, que el erotismo está atado a fantasías”, cierra.
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