La captura de este lunes por la mañana en el puerto chileno de Arica de un pez remo de cinco metros con 80 centímetros de largo hizo recordar al hallazgo de dos ejemplares de pez remo en México en junio y julio de 2020. En ambos casos, a los pocos días se produjeron terremotos.
Lo que sucede es que es muy extraño que estos gigantescos peces se acerquen a la superficie del mar y a las playas, dado que su habitat está en las profundiades de los océanos.
En el caso de México hubo un hallazgo de un pez remo (también conocido como sable) en Cozumel el 11 de junio y a los diez días se produjo un terremoto de 7,5 grados
Un mes después apareció otro ejemplar en la Bahía Pichilingüe, en la ciudad de La Paz, y generó un clima de tensión entre los mexicanos debido a que ese animal marino,es conocido en la cultura japonesa por ser de mal augurio, que puede presagiar desastres ambientales, como terremotos y tsunamis.
El pez remo tenía más de cuatro metros de longitud y fue encontrado el pasado 16 de julio por David de Zabedrosky, editor de la Red Climática Mundial, en un piletón natural formado en una playa de Baja California Sur. Estaba muerto y en estado de descomposición, según contó Zabedrosky.
Un terremoto de magnitud 7,8 se produjo pocos días después en la Península de Alaska, y se emitió una alerta de tsunami que hizo huir a los residentes a terrenos elevados antes de que se cancelara la alerta sin registrar olas peligrosas.
El caso recordó al 11 de junio de 2020 cuando se halló un pez remo en Cozumel y 10 días después se produjo un terremoto de 7,5 grados en la escala de Richter y se lanzó un alerta de tsunami para México y los países de la región.
Qué es el pez remo
El pez de los malos presagios es conocido en japonés como Ryugu no tsukai, lo que se traduce como “Mensajero del Palacio del Dios del Mar“. En tierras japonesas, si una gran cantidad de peces sable van hacia las playas, es señal de terremoto o tsunami. Los japoneses creen, de acuerdo a la leyenda de Namazi, que quien lo encuentra queda maldito.
La ciencia lo conoce como el pez remo gigante (Regalecus glesne), también llamado el rey de los arenques, una especie que habita en aguas profundas, por debajo de los mil metros de profundidad, por lo que no es nada común hallarlo.
Está considerado como uno de los peces óseos más largos, ya que alcanza 11 metros de longitud. Sin embargo, se han reportado especímenes no confirmados de hasta 17 metros. Su característica principal es que tiene forma de cinta y cuenta con aletas pequeñas. A su vez, puede llegar a pesar unos 200 kilos.
Además de ser delgados y chatos, los peces remo poseen bocas pequeñas, con mandíbulas diminutas y dentadas. No tienen escamas y su piel es viscosa y plateada. Se alimentan de pequeños peces y calamares. Suben a la superficie cuando están enfermos o muriendo. También lo pueden hacer para desovar.
Por qué anunciaría terremotos y otras catástrofes
Entre las diferentes hipótesis que sostienen los especialistas para explicar este fenómeno, se encuentra la del sismólogo japonés Kiyoshi Wadatsumi: “Los peces de aguas profundas -como el pez remo- viven cerca del fondo del mar y son muy sensibles a los movimientos de fallas activas que los que se encuentran cerca de la superficie del mar”.
Debido a esto es posible que estos peces emerjan cuando detectan movimientos extraños en el fondo del mar. De allí podría surgir la idea de que la aparición de un pez remo en la superficie del mar, augura terremotos o tsunamis.
Rachel Grant, profesora de Biología Animal de la Universidad Anglia Ruskin en Cambridge, también coincide con esta hipótesis: “Es teóricamente posible porque cuando se produce un terremoto puede haber una acumulación de presión en las rocas que pueden conducir a cargas electrostáticas, generando iones con carga eléctrica, que luego se transmitirán en el agua”.
“Esto puede conducir a la formación de peróxido de hidrógeno, que es un compuesto tóxico. Los iones cargados también pueden oxidar materia orgánica que podría o bien matar a los peces u obligarlos a abandonar las profundidades del océano y subir a la superficie. Procesos geofísicos detrás de este tipo de avistamientos pueden ocurrir antes de un terremoto”, concluyó.