Este sábado Indonesia vivió la peor tragedia deportiva de su historia y mientras la prensa internacional se hace eco de la noticia y las autoridades buscan encontrar la explicación al caos que provocó la muerte de 125 personas, según la información oficial actualizada este domingo, se han conocido testimonios de decenas de sobrevivientes.
Es que más de 40 mil personas presenciaron el partido en el estadio de Kanjuruhan y fueron testigos de un hecho sin precedentes en el país asiático. Según la Policía fueron cerca de 3 mil espectadores los que saltaron al campo de juego después de la derrota del Arema FC 2-3 en el clásico ante Persebaya y, de inmediato, los agentes de seguridad respondieron con gases lacrimógenos.
Esto, provocó una estampida no solo dentro del campo de juego sino también en las gradas que acabó con la vida de muchos de los presentes que terminaron asfixiados o aplastados en las corridas suscitadas en las gradas. Es que, según varios testimonios, la policía arrojó gases a las tribunas y eso generó que miles de fanáticos huyeran rumbo a las puertas, provocando un embudo fatal para decenas de ellos.
El entrenador del Arema, Javier Roca, dio una entrevista este domingo al diario El País en la que dio detalles de lo que vivió en el estadio: “Al volver de la conferencia de prensa me encontré con el caos, con muchachos llevando a las víctimas en brazos o hacia nuestro vestuario. Había mucha gente también en la grada con problemas de respiración por culpa de las bombas lacrimógenas”. Y agregó: “El enfrentamiento ha sido con la policía. El estadio no estaba preparado para este caos. Había 48.000 personas y empezó a haber avalanchas. A lo mejor se podría haber reducido el aforo, pero uno nunca piensa que va a ir a un partido de fútbol y van a morir casi 200 personas”.
El técnico chileno que lleva casi 20 años trabajando en indonesia explicó que el desborde fue total: “Todos los servicios sanitarios estaban colapsados. Es un estadio retirado del centro de la ciudad y las ambulancias tardaron en llegar. La ciudad es pequeña y no tiene capacidad para que de un momento a otro se necesiten 100 o 200 ambulancias”.
El sitio de noticias local Kompas pudo charlar con algunos sobrevivientes. Riyan Dwi Cahyono, de 22 años, comentó que él estaba a punto de saltar al terreno de juego: “El objetivo era solo protestar para que Arema FC pueda ser aún mejor en el futuro”. Pero en ese momento comenzaron los gases: “Estaba indefenso. De hecho, mi amiga que estaba conmigo de Blitar estaba desaparecida y no sabía su estado actual hasta hace un momento”, explicó al contar que fue víctima de una estampida que le provocó fracturas en la pierna izquierda mientras que su amiga tenía heridas en la cabeza.
“Estamos decepcionados con el trato de los agentes de seguridad. También fuimos golpeados, pateados por los agentes, hasta que nuestros amigos perdieron la vida”, sostuvo.
Tofan Zulkarnain, otro de los que se encontraba en las tribunas, también contó lo que vio. “Yo no salté al campo, pero lanzaron gases lacrimógeno”. Ante esto, empezó a correr hacia la salida al igual que los miles de presentes: “En ese momento vi que había otra víctima, un niño pequeño justo a mi lado. Parece que el niño pequeño sobrevivió. Realmente tenía dificultad para respirar debido al gas”.
Todos los testimonios coinciden en que lo peor comenzó cuando la policía disparo gases a la tribuna, en donde, a juzgar por las imágenes viralizadas, no había incidentes: “Al principio, el gas lacrimógeno estaba primero en el campo. Luego dispararon hacia las gradas en la puerta 12, yo estaba con otros en la puerta 14, el gas lacrimógeno fue empujado por el viento, entonces se propagó”, explicó Zulkarnain, quien pudo escapar junto a su hijo de 10 años y a su vecina: “Mi hijo ayudó a abrir la barandilla de las gradas”.
Firari Vilallah, de 22 años, también logró salir con vida del estadio junto a su hermano menor: “Había gases lacrimógenos por todas partes, por lo que los simpatizantes lograron escapar presas del pánico. Y la gente se empujaba entre sí hasta el punto en que muchos no podían moverse”.
En el caos, perdió de vista a su amiga Evi Syaila, de 18 años, a quien encontró en el suelo afuera del estadio. Al ver que no tenía heridas de gravedad la llevó a su casa, pero este domingo tuvo que dirigirse de urgencia al hospital porque la muchacha tenía dificultades para respirar y dolores abdominales, producto de las pisadas que sufrió.
“Nunca volveré a ver otro partido en un estadio. Porque es especialmente inseguro”, sentenció.
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