El guionista de Ghost: la sombra del amor, Bruce Joel Rubin, contó alguna vez que cuando se enteró de que Jerry Zucker iba a dirigir la película basada en su libro, casi le da un ataque. «¿Jerry Zucker? ¿El Jerry Zucker de Y dónde está el piloto?», le preguntó desencajado a la ejecutiva de Paramount Lindsay Doran, quien acababa de darle la noticia por teléfono. Sin embargo, más allá del desencanto inicial de Rubin, el menor de los hermanos Zucker resultó ser una elección acertada para darle forma a una de las historias de amor más recordadas de la gran pantalla.
Ayer se cumplieron 30 años del estreno en Estados Unidos de Ghost, una película clave en la carrera de sus protagonistas, Patrick Swayze y Demi Moore, y por la que Whoopi Goldberg se llevó el Oscar a la mejor actriz de reparto (Rubin, por su parte, ganó el segundo de los cinco Oscar a los que estaba nominada la película). El film no sólo se convirtió con 505 millones de dólares en uno de los más taquilleros de 1990, sino que logró algo que parecía imposible: que los espectadores estuvieran del lado del fantasma.
Ghost cuenta la historia de dos jóvenes tórtolos, Sam (Swayze), un exitoso bancario, y su novia artista Molly (Moore), quienes inician su convivencia en un coqueto loft del Soho de Nueva York. Que la felicidad no les va a durar mucho queda claro a los pocos minutos cuando, mientras ven la noticia de un accidente de avión en el noticiero, Sam le confiesa a su novia: «Cada vez que me pasa algo bueno, tengo miedo de perderlo».
Los peores temores del pobre Sam se concretan pronto cuando, tras una salida al teatro con Molly, es baleado en un callejón oscuro de la Nueva York pre-Rudolph Giuliani. Lo trágico del asunto queda claro cuando Sam ve llorar a Molly desconsolada, sosteniendo en sus brazos lo que hasta hace poco era su propio cuerpo. Condenado a un limbo, el fantasma de Sam comienza a vagar por el mundo de los vivos y descubre para su espanto que no fue víctima de un asalto, sino que fue emboscado por encargo de su mejor amigo, Carl (Tony Goldwyn), quien además usó sus datos para lavar dinero.
Consciente de que Molly corre peligro, Sam acude a Oda Mae Brown (Goldberg), una falsa médium que lleva años engañando a sus clientes. Sin embargo, para su propia sorpresa y susto, Oda Mae descubre que puede escuchar al espíritu de Sam, por lo que se convierte en su principal aliada para revelarle a Molly el complot.
La idea para el guion de Ghost le llegó a Rubin después de leer la escena de Hamlet en el que a éste se le aparece su padre en forma de fantasma y le pide que vengue su muerte. «¿Qué pasaría si apareciera un fantasma en el Estados Unidos del siglo XX y pidiera lo mismo?», se preguntó y se puso a escribir. Por su parte, Zucker estaba buscando dirigir una película que no fuera satírica después de comedias como ¿Y dónde está el piloto? (1980) y Top Secret (1984), las cuales había codirigido y coescrito junto a Jim Abrahams y su hermano David.
Cuando Paramount le ofreció el guion, Zucker aceptó encantado. Lo que al parecer no lo entusiasmaba tanto era que Swayze, quien quería a toda costa el papel, protagonizara el film. «Ni muerto», dijo Zucker tras verlo en la película de acción El duro (1989). Al parecer, el rústico encanto del texano no le parecía indicado para componer a un yuppie de Manhattan.
Sin embargo, según reveló hace poco la directora de casting de Ghost, Janet Hirshenson, en declaraciones al diario británico Metro, el galán de Dirty Dancing (1987) finalmente consiguió su audición después de que, conchabadas con la representante del actor, ella y su socia, Jane Jenkins, le hicieran un lugar de prepo en la agenda de Zucker. Al parecer éste montó en cólera cuando se enteró, pero quedó rendido a los pies de Swayze después de que interpretara la emotiva escena final del film.
Goldberg tampoco fue la primera opción para Oda Mae Brown, aunque es difícil imaginar a otra intérprete dotando al papel de esa combinación perfecta de humor slapstick y calidez que le dio la comediante. Como contó la protagonista de Cambio de hábito en numerosas entrevistas, si bien todas las actrices afroamericanas de Hollywood querían conseguir ese papel, para el que se habían barajado nombres como Oprah Winfrey y Tina Turner, la producción no estaba convencida de dárselo a ella.
Fue Swayze quien, una vez fichado, se puso firme y dijo que no haría la película sin Goldberg. Whoopi siempre dijo que le debía al actor fallecido en 2009 no sólo el papel en Ghost, sino también haber tenido la oportunidad de ganar un Oscar (a los que se sumaron también un Bafta y un Globo de Oro).
Para Moore, en tanto, Ghost significó el ascenso al podio de las superestrellas de Hollywood. A su papel como la dulce Molly le siguieron otros en películas de alto perfil como Cuestión de honor (1992), Propuesta indecente (1993), Acoso sexual (1994) y también Striptease (1996), que no pasó a la historia por sus exiguas virtudes cinematográficas, sino por convertir a Demi en la actriz mejor paga de la historia en su momento.
En el caso de Swayze, Ghost representó un pico de popularidad que no volvería a repetir con ninguno de sus papeles posteriores en películas como Punto límite (1991) o ¿Reinas o reyes? (1995). «Hacer Ghost era una necesidad para mi alma. Venía de hacer El duro y La venganza y no quería ser considerado solo un actor de acción», confesaría un tiempo después.
La alfarería nunca fue tan sexy como en Ghost. De hecho, hasta su estreno, en 1990, probablemente a ningún ser humano sobre la faz de la tierra se le había ocurrido que moldear arcilla podía ser considerado el summum del erotismo. Pero, aunque parezca increíble, Zucker logró crear una escena icónica del cine –algo de lo que no pueden vanagloriarse todos los directores– colocando a Swayze y Moore frente a un torno de alfarería. El resto de la magia es atribuible a la acertada elección del tema musical que acompañaba la escena, la versión de «Unchained Melody», que los Righteous Brothers habían grabado en 1965.
El éxito de Ghost hizo que la canción, que había sido compuesta originalmente para el film Sin cadenas de 1955 y que tuvo versiones de cantantes afroamericanos como Todd Duncan, Al Hibbler y Roy Hamilton antes de ser grabada por los Righteous Brothers, gozara nuevamente de enorme popularidad. Por su parte, el autor de la banda de sonido del film, Maurice Jarre, estuvo nominado al Oscar.
En la famosa escena del torno, Sam se encuentra a una insomne Molly haciendo alfarería a la madrugada. A pesar de que acaba de despertarse, él se acerca con el torso desnudo y un jean cuidadosamente desabotonado, se sienta detrás de ella y le besa el cuello mientras las manos húmedas de ambos se entrelazan alrededor de una vasija. Todo termina a los besos y abrazos en el living del loft, en una escena improvisada por Swayze y Moore que terminaría brindando la imagen del afiche del film.
Inicialmente, Rubin había imaginado a Molly trabajando en una escultura de madera. Zucker sugirió probar con la alfarería, lo cual resultó una elección más adecuada para el espíritu romántico del film. A fin de cuentas, es válido preguntarse si el erotismo hubiera aflorado en una casa en la que uno de los integrantes de la pareja se ponía a martillar a las dos de la mañana.
Aquel lamento melódico de «Unchained Melody», cuya letra rezaba «Oh mi amor, mi cariño/Ansié tocarte/Durante un largo, solitario tiempo» resultó ser el leit motiv perfecto para el amor paranormal de Sam y Molly. Suena en otra escena clave, aquella en la que Sam usa el cuerpo de Oda Mae para volver a tocar a Molly (aunque, debido a las costumbres pacatas de la época, no se rodó como realmente debería haberse rodado, es decir, con Moore y Goldberg, sino con Moore y Swayze). Por otra parte, es también la melodía que se escucha hacia el final de la película, cuando Sam, que solía responder al «te amo» de su novia con un simple «ídem», logra decirle finalmente que la ama y, rodeado de luces blancas, se eleva al reino de los cielos.
En un divertido guiño, Zucker satirizó su mentada escena amorosa en La pistola desnuda 2 ½ (1991), que coescribió y produjo, y puso a Leslie Nielsen y a Priscilla Presley a besarse alrededor de un torno con «Unchained Melody» mientras se sumaban cada vez más manos y pies a la artesanía y volaba arcilla por todos lados. «Me divierte poder reírme de mis propias películas», aseguró Zucker.
«El verano del amor de Hollywood: La romántica Ghost supera a las películas de machos y se convierte en el mayor éxito de la temporada», titulaba el diario Los Angeles Times el 5 de septiembre de 1990, hacia fines del verano estadounidense. «Este fue el verano en que más personas fueron a ver a Demi Moore y a Patrick Swayze que a Tom Cruise y Eddie Murphy», afirmaba la nota escrita por la periodista Nina J. Easton.
En su artículo, señalaba que en una temporada en la que casi todos los lanzamientos importantes eran películas de acción de alto presupuesto destinadas a hombres jóvenes –entre ellas Duro de matar 2, Días de trueno y El vengador del futuro– una historia de amor con el presupuesto relativamente modesto de 22 millones de dólares había dado el batacazo.
Quizá uno de los motivos del éxito de Ghost fue que supo combinar distintos géneros en dosis adecuadas. Las escenas más melosas del film, como la de la alfarería hot, se entremezclan con otras de suspenso o más tenebrosas, como aquellas en las que un conjunto de sombras chirriantes se lleva a las almas perdidas hacia el averno.
Algunos críticos señalaron poco después de su estreno que la película mostraba una versión maniquea del universo, en la que los malos eran muy malos y los buenos muy buenos, por lo que el proceso de selección divino no resultaba demasiado complejo. Zucker siempre reconoció que la película respondía claramente a una idea judeocristiana, mientras que Rubin afirmó que los arquetipos existen y por algo.
Probablemente, uno de los mayores aciertos de Ghost haya sido relacionar una historia de amor con un tema universal como la pregunta acerca de la vida después de la muerte. Porque, más allá de la preferencia por uno u otro tipo de cine, ¿quién no se preguntó alguna vez si hay algo más allá del último suspiro?
Ghost: la sombra del amor está disponible en Netflix, Amazon Prime Video y Movistar Play.
Fuente. La Nación
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