Chofer de autobús escolar violó y encadenó a tres jóvenes durante 10 años

Redacción. –Un hombre identificado como Ariel Castro, quien estaba encarcelado en una prisión de máxima seguridad, murió ahorcado en su celda. El guardia de cárcel había descubierto al reo, condenado de por vida.
El abrupto final de la carrera criminal de Castro databa del 6 de mayo del año 2014, cuando una joven llamó al 911 de la Policía de Cleveland y dijo con voz entrecortada: “¡Ayúdenme! Soy Amanda Berry, me han secuestrado, he estado perdida por 10 años, estoy aquí y estoy libre ahora». Cuando la grabación de la llamada fue presentada como prueba en el juicio, la reacción de los presentes fue de silencioso horror.
Según los registros policiales, el primer patrullero demoró menos de cinco minutos en llegar. Mientras se dirigían al lugar que les habían indicado, los agentes que iban en el auto recibieron una información que les costaba creer. La joven que había llamado, Amanda Berry, llevaba 10 años desaparecida; se había esfumado sin que quedaran rastros el 21 de abril de 2003, un día antes de cumplir 17 años. El rostro de la mujer con la que se encontraron conservaba los rasgos de la fotografía con la que se la había buscado incansablemente durante años, pero estaba marcado por el sufrimiento. A su lado había una niña de 6 años que no se desprendía de ella. “Es mi hija”, les dijo a los policías, y después les dio otra información increíble: “En la casa hay dos mujeres encadenadas”.
Hacía menos de media hora –aprovechando la ausencia de su secuestrador, que se olvidó por primera vez de encadenarla– Amanda Berry había intentado abrir desde el interior la puerta de la casa de la avenida Seymour 2207, en el barrio residencial Tremont, en Cleveland, donde llevaba una década recluida. No pudo, porque estaba cerrada desde afuera con un candado muy grueso. Vio entonces que entre la base de la puerta y el piso había una hendija bastante amplia, por la que podía pasar la mano. Sacó la derecha y empezó a agitarla, mientras pedía ayuda a los gritos.
El vecino Ángel Cordero fue el primero en escucharla, aunque no entendió qué gritaba la mujer porque no hablaba inglés. Charles Ramsey llegó un minuto más tarde. También había escuchado el pedido de ayuda. “¡Ayúdenme, estoy secuestrada con mi hija!”, era lo que gritaba la mujer. Entre los dos intentaron abrir la puerta, pero el candado resistía. Entonces hicieron un agujero en la parte inferior, por el que primero salió una niña de unos seis años y después una mujer. Las llevaron a la casa de Ramsey, a media cuadra del lugar, desde donde la mujer llamó al 911.
Un segundo patrullero llegó unos minutos más tarde y los policías sí lograron abrir la puerta de la casa. Encadenadas en el sótano encontraron a otras dos mujeres jóvenes: Michelle Knight y Georgina “Gina” Lynn DeJesus. Michelle llevaba casi once años desaparecida; Gina había desaparecido hacía más de nueve. Las trasladaron al Centro Médico MetroHealth, donde los médicos comprobaron que las tres mujeres mayores tenían señales de haber sido reiteradamente violadas y maltratadas. Mientras tanto, la policía de Cleveland se lanzó a la caza del dueño de la vivienda, un chofer de transporte escolar de 53 años llamado Ariel Castro. Lo detuvieron esa misma tarde.
La primera víctima del “secuestrador de Cleveland”, Michelle Knight, tenía 21 años cuando desapareció el 23 de agosto de 2002, cerca de la calle Oeste 116 y la avenida Lorain, en Cleveland, el día que tenía que presentarse ante un tribunal que dictaminaría sobre la custodia de su hijo. La familia no la buscó demasiado porque creyó que se había ido voluntariamente, ante la posibilidad cierta de perder la custodia. Llevaba una vida complicada, a contramano de las creencias de sus padres, que nunca aceptaron que en la adolescencia había sido abusada por un compañero de clase y por un familiar cercano. Por eso nunca denunciaron su ausencia ante las autoridades y su nombre no figuraba en la lista de personas desaparecidas de la Policía de Ohio.
Tan poco preocupados estaban que pocos meses después del día en que no volvió a su casa, Bárbara, la madre de Michelle, creyó verla acompañada por un hombre mayor en un shopping del centro de Cleveland. Gritó su nombre, pero la que creyó que era su hija ni siquiera dio vuelta la cabeza. Desistió de seguirla e insistir. Si Michelle no quería saber nada con ella, era cosa suya.
Nunca pensó que Michelle podía ser víctima de un secuestro. En realidad, la mañana del 23 de agosto de 2002, la joven estaba dispuesta a presentarse en los tribunales para pelear por la custodia de su hijo y hacia allá caminaba cuando se cruzó en la calle con Ariel Castro. Según declaró cuando la rescataron, empezaron a conversar y el hombre le ofreció un cachorro de perro que tenía en su casa para que le regalara al niño. La casa quedaba cerca y a Michelle le sobraba tiempo para llegar a horario al tribunal, de modo que aceptó acompañarlo. Apenas entró, Castro la redujo, la ató y la encerró en el sótano de la casa. Así comenzó su calvario de casi once años.
Menos de un año después fue el turno de Amanda Marie Berry. La última vez que alguien la vio fue a las 7.30 de la tarde del 21 de abril de 2003, cuando salió de su trabajo en un Burger King de la calle Oeste 110 y avenida Lorain, a seis cuadras del lugar donde –se sabría mucho después– Ariel Castro había engañado a Michelle Knight para atraerla a su casa. Esa noche, los padres creyeron que la chica, que al día siguiente cumplía 17 años, había decidido celebrar con sus amigos y no se preocuparon, pero cuando no apareció la mañana siguiente, hicieron la denuncia de desaparición. No podía haberse ido de manera voluntaria porque había dejado toda su ropa y el dinero que tenía ahorrado en la casa. Además, recién entonces su hermana les contó que Amanda la había llamado desde su teléfono para avisarle que pasaría a cambiarse antes de celebrar y que alguien se había ofrecido a llevarla.
Cuarenta y ocho horas después de que sus padres denunciaran la desaparición, la policía de Cleveland y el FBI comenzaron a buscarla. Se hicieron afiches con su rostro y una descripción, en la que se detallaba que tenía perforaciones en las orejas y en las cejas y una cicatriz en el abdomen. Nadie la volvió a ver. La última pista que tuvo el FBI fue un llamado desde el teléfono móvil de la chica a su madre, Louwanna Miller, en el que una voz de hombre le dijo que se había casado con Amanda y que en pocos días irían a visitar a la familia.
Para entonces, Amanda Berry llevaba días encadenada en el sótano de la casa de Castro haciéndole involuntaria compañía a Michelle Knight, que ya llevaba ocho meses secuestrada. Louwanna Miller no pudo soportar la pérdida de su hija. La buscó sin descansar un día hasta que murió en 2006. Nunca creyó la historia del casamiento que Ariel Castro le había contado por teléfono para que no siguieran buscándola.
Ariel Castro dejó pasar casi un año antes de secuestrar a su tercera víctima, casi una niña. La última vez que los padres de Gina DeJesus escucharon la voz de su hija de 14 años fue a las 3 de la tarde del 2 de abril de 2004, cuando la chica los llamó desde un teléfono público cercano a la escuela. Estaba con una compañera y pidió permiso para invitarla a pasar la noche con ella, pero la madre le dijo que no. Las chicas se despidieron y Gina siguió caminando en dirección a su casa. Nunca llegó.
Después se supo que en el camino se había cruzado con Castro, a quien Gina conocía muy bien porque era el padre de Arlene, una de sus compañeras de colegio, aunque la chica no vivía con él, sino con su madre, Grimilda Figueroa, porque el matrimonio se había separado hacía varios años. Castro le dijo que Arlene estaba en su casa y la invitó a merendar con ella. Gina aceptó sin sospechar nada raro; después de todo, se trataba del papá de una amiga. Media hora más tarde estaba encadenada en el sótano, junto con Amanda y Michelle.
La policía demoró un día en dar la alerta sobre la desaparición de Gina, porque nadie había sido testigo de su posible secuestro. Recién a la semana siguiente el FBI la incluyó en la lista de personas desaparecidas, publicó su foto y dio su descripción, en la que se destacaba que tenía un notorio lunar de nacimiento en la pierna derecha. Esa misma semana, las autoridades policiales dieron a conocer un boceto y la descripción de un hombre hispano de 25 a 35 años, de 1.80 de altura y entre 70 y 82 kilos, con ojos verdes, barba y delgado. El sospechoso había sido visto cerca de la escuela en un vehículo azul claro o blanco, preguntando por Gina. La descripción correspondía vagamente con la de Ariel Castro, pero nadie pensó en él.
Descontentos con la labor de los policías, los padres organizaron una búsqueda privada y realizaron vigilias con la colaboración de vecinos y padres de compañeros de colegio de Gina. También ofrecieron 25.000 dólares de recompensa. Entre quienes se acercaron a colaborar estaba el padre de Arlene, Ariel Castro.
Durante dos años no hubo rastros de ella ni pistas de su paradero. Se la creyó muerta. En 2006, el FBI creyó haber dado con sus secuestradores y detuvo a dos hombres, pero los liberó rápidamente porque tenían sólidas coartadas el día de la desaparición de la chica. Un año después, un informante anónimo dijo que el cadáver de Gina estaba enterrado debajo del piso de un garaje. Perforaron todo el concreto, pero allí no había nada. El caso de Gina DeJesus fue presentado tres veces en el programa televisivo de búsqueda de personas America’s Most Wanted, donde los conductores lo relacionaron con la desaparición de Amanda Berry, porque las dos chicas habían sido vistas por última vez a muy pocas cuadras de distancia.
Mientras tanto, en el sótano de la casa de la calle Seymour, las tres chicas secuestradas pasaban los días encadenadas a la pared. Castro les daba de comer una vez cada 24 horas y les permitía bañarse con agua fría dos veces por semana. Cada tanto soltaba a una de ellas, la subía a su dormitorio, la golpeaba y la violaba. Si en esas ocasiones la víctima intentaba escapar, los golpes y las violaciones se multiplicaban. Otras veces, elegía a alguna de las chicas y abusaba de ella sobre el piso del sótano, ante la desesperada mirada de sus compañeras encadenadas.
Para hacer sus necesidades, Amanda, Gina y Michelle tenían un inodoro de plástico cada una, al que podían llegar estirando al máximo las cadenas. Castro los vaciaba rara vez, por lo que el olor en el sótano era nauseabundo.
En 2006 Castro dejó embarazada a Berry. La niña nació en 2007, en el sótano, dentro de una pileta de plástico. Ese mismo año, Knight también quedó embarazada, pero esta vez Castro la provocó un aborto a puro golpe y la dejó sin comer durante más de una semana. Amanda y sus compañeras intentaron que la niña tuviera la mejor vida posible, encerrada con ellas en el sótano. Le inventaban juegos y más tarde le enseñaron a leer y escribir. En por lo menos dos ocasiones, Ariel Castro se la llevó a pasear por el parque. La nena le decía “abuelo”.
Durante una década, las tres chicas, convertidas en mujeres, vivieron de esa manera, sometidas a los abusos del “secuestrador de Cleveland”. Hasta que Amanda Berry aprovechó un descuido de Castro y pudo pedir ayuda.
Ariel Castro fue capturado pocas horas después de que el 6 de mayo de 2013 Amanda lograra pedir auxilio y fuera liberada junto a su hija y sus compañeras de cautiverio. Dos días después de la detención, fue acusado de cuatro cargos de secuestro y tres de violación.
Durante el juicio, presidido por el juez Michael Russo, el secuestrador y violador se mostró apenado, dijo que no era “un monstruo”, sino que estaba “enfermo”, y aseguró que no era “un depredador sexual violento”, como afirmaba la acusación de la fiscalía, sino que las relaciones sexuales que había mantenido con las mujeres siempre fueron consensuadas. También les pidió perdón a sus víctimas, nombrándolas una a una y mirándolas a los ojos, y les aseguró que durante todos esos años él había intentado “hacerlas felices”. Los testimonios de Michelle, Amanda y Gina destruyeron una por una sus afirmaciones.
Mientras tanto, la madre de Castro, Lilian Rodríguez, apareció ante los medios pidiendo perdón a las víctimas de su hijo. “Tengo un hijo enfermo que cometió algo muy grave. Estoy sufriendo mucho. Espero que estas jóvenes puedan perdonarme”, dijo. Arlene, la hija del “secuestrador de Cleveland”, dio una entrevista televisiva en la que no pudo parar de llorar. Le pidió perdón a su amiga Gina por las acciones de su padre y dijo que estaba “desilusionada, avergonzada, pero principalmente devastada”.
Para evitar una segura condena a muerte, el 26 de julio de 2013, Ariel Castro se declaró culpable a cambio de pasar el resto de su vida en la cárcel. Ese día su abogado defensor, Craig Weintraub, pidió dirigirse al tribunal y anunció: “El señor Castro acepta toda la responsabilidad de su conducta”. El 1.° de agosto, el juez Russo lo condenó a cadena perpetua y a otros mil años sin posibilidad de acceder a la libertad condicional por el secuestro de las tres mujeres y la hija de Amanda, por violaciones reiteradas y maltratos, y por obligar a abortar a una de ellas.
Al cumplirse dos años de su liberación, Gina DeJesus y Amanda Berry presentaron Hope: A Memoir of Survival in Cleveland (“Esperanza: Una memoria de supervivencia en Cleveland”), un libro donde –con la ayuda de un periodista– relataron su vida como cautivas de Castro. “Cuanto más llorábamos y le mostrábamos nuestro dolor y nuestra tristeza, era como si eso le diera más energía, así que tuvimos que aprender a no llorar, no mostrarle nuestro dolor, no mostrarle nuestra rabia”, contó Amanda en esa ocasión.
Michelle, la tercera víctima, no quiso participar en el libro. Un año antes, en coincidencia con el primer aniversario de su rescate, había perdonado públicamente a Castro ante las cámaras de una cadena de televisión: “Lo perdono, pero nunca podré olvidar. Si yo hiciese algo malo, aunque fuese una pequeña cosa, querría que alguien me perdonara. Así que puedo perdonarlo a él por lo que hizo mal, porque así es la vida”, dijo.
La declaración de Michelle coincidió casi con el suicidio de Ariel Castro. Para entonces, la vivienda de la avenida Seymour 2207 –donde el secuestrador mantuvo cautivas a sus víctimas– había sido demolida por orden de las autoridades municipales para que no se convirtiera en un punto de peregrinación macabra. De la “casa de los horrores” solo quedaron los cimientos.
Un nuevo coronavirus en murciélagos de la especie Phyllostomus hastatus, omnívoro, el primero de ese tipo que se detecta en el mundo, pero no ataca letalmente como el SARS-CoV-2, que desató la pandemia reciente, fue descubierto por una bióloga de la Universidad de Córdoba. Se trata de Caty Martínez Bravo, docente de este mismo programa en la alma máter, y quien hizo el descubrimiento […]
El Centro Nacional de Huracanes (CNH) informó este miércoles que una onda tropical ubicada en el Atlántico tropical oriental, a varios cientos de millas al oeste-suroeste de las islas de Cabo Verde, continúa generando lluvias y tormentas eléctricas desorganizadas. “Las condiciones ambientales en la región permanecen favorables para el desarrollo gradual de este sistema durante […]
El presidente Donald Trump afirmó este martes en la Casa Blanca que las fuerzas estadounidenses interceptaron una embarcación cargada de drogas procedente de Venezuela. Buscar en todo el sitio Argentina Colombia España México Perú Mundo Últimas Noticias Política Economía Teleshow Deportes Sociedad Policiales Perros y gatos Chacra y Campo Movant LogComex Turismo Tendencias Qué puedo ver Educación Podcasts Video […]