MIAMI, FLORIDA.- El nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá ha sido ratificado por el presidente estadounidense Donald Trump. El USMCA, que así es como se le conoce por sus siglas en inglés, se ha convertido en el mayor tratado comercial de todos los tiempos.
En noviembre de 2018, los tres países norteamericanos acordaron que se debía reemplazar el vigente Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Pero ha tenido que pasar más de un año para que este esfuerzo comercial intranacional sea una realidad.
En Estados Unidos, tanto republicanos como demócratas han coincidido al afirmar que este tratado será muy beneficioso para la sociedad. Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de mayoría demócrata, se mostró muy satisfecha con esta nueva versión del documento ya que permitirá, sobre todo, proteger a los trabajadores y el medio ambiente.
“Haremos todo lo que sea necesario para el bien de la sociedad estadounidense, y eso no tiene nada que ver con él (Trump)”, afirmó en su momento la representante demócrata.
Por su parte, el mandatario estadounidense ya había mostrado su satisfacción porque ese tratado será “bueno para todos” y subrayó que los mayores beneficiarios de este acuerdo comercial serán los “agricultores, los manufactureros y los sindicatos”.
Los demócratas han demorado su aprobación porque, durante muchos meses, han rechazado algunos aspectos clave del acuerdo, principalmente lo que tiene que ver con la reforma laboral. Después de todo, parece que el pacto ya tiene luz verde, al menos por parte de Estados Unidos, para ponerse al día con ciertos sectores de la industria.
Por ejemplo, hay una nueva legislación en la fabricación de automóviles, el comercio electrónico, las disposiciones laborales y las restricciones a la propiedad intelectual.
Ya el informe anual de la Organización de Naciones Unidas (ONU), presentado el 17 de enero, apuntaba los buenos augurios y, según sus previsiones, dijo que la economía mexicana crecerá un 1.3% a lo largo del 2020. Todo eso gracias a las optimistas perspectivas del pacto comercial norteamericano.
El economista Iván Jiménez, en declaraciones a la Voz de América, subrayó que este nuevo pacto comercial aportará “más claridad” de cara al futuro.
“Con este nuevo tratado ya no queda esa nube de incertidumbre sobre la economía estadounidense, la canadiense y la mexicana. Hay definición sobre las condiciones de negocio”, apuntó.
¿Qué significa eso? Que el terreno será mucho más seguro a la hora de consensuar las relaciones comerciales entre esos países.
“Lo que hace es crear una unidad económica regional donde hay aranceles reducidos, es decir que no hay impuestos, en el intercambio de bienes, servicios y productos”, aclara.
Por su parte, el analista económico Alberto Bernal indicó a la VOA que, aunque cree que este contrato “no es mejor que el que existía antes”, sí que es “más consistente con los tiempos políticos actuales”.
Los mayores afectados serán, según su opinión, las empresas que se dedican al sector del automóvil ya que, por ejemplo, el 75 por ciento de las piezas de los vehículos deben ser producidas en alguno de los tres países, de acuerdo al nuevo contrato suscrito.
“Antes era solo el 62.5%, y eso es importante porque obliga a la creación y al mantenimiento de empleos en la región”, justifica.
Además, este nuevo acuerdo comercial, que ha sido ratificado por el presidente Trump y falta aún la luz verde de Canadá, también pondrá sobre la mesa “las condiciones estables de empleos”.
“Una de las condiciones que impusieron era que, por ejemplo, el empleado que trabajara en las piezas o componentes automotrices tenía que derivar un ingreso de, por lo menos, 16 dólares por hora”, dijo.
Eso significará que los empleadores, especialmente en México, deberán compensar al alza a sus trabajadores.
“Como subieron de un 62 a un 75 por ciento, eso obliga a los fabricantes de automóviles a tener que comprar piezas que sean fabricadas en la región y obliga a la creación de empleos”, insiste.
Sobre eso, Bernal recuerda que con este nuevo marco comercial se impondrán “límites salariales a los empleados que trabajan en manufactura”, por lo que también cree que “se forzará a México para tomar decisiones específicas a la hora de incrementar los salarios”.
Ante ese escenario -con un menor clima de incertidumbre comercial y con las condiciones del juego ya dadas-, “ya es más fácil programarse para esa realidad”, de lo contrario “lo congela”. “Esto inyecta un factor de definición y eso es muy importante”, comenta Jiménez.
Este tratado tiene un límite temporal y en 16 años dejará de estar vigente. Ese punto permitirá que, en el futuro, se puedan volver a aprobar otros acuerdos comerciales de acuerdo a las necesidades de los nuevos tiempos sin tener que arrastrar los compromisos tomados por otros gobiernos y en otros tiempos.
“Además obliga a tener que volver a revisar (el tratado) cada seis años, pero llega un momento en que habrá caducidad, que eso no lo tenía el anterior”, afirma el analista, que también ejerce de director financiero de Buskeros.com.
Adicionalmente, en el caso que una de las tres partes de este pacto comercial quisiera salirse de él lo podría hacer sin ningún problema. Solamente tendría que avisar con, al menos, seis meses de antelación.
“La probabilidad de que eso ocurra es mínima porque hay mucha simbiosis, mucha integración, muchos componentes que son importantes y ese sistema está funcionando”, manifestó convencido de que ese contrato tripartito llegará a buen puerto.
Tiene sentido que este pacto tenga fecha de caducidad. A lo largo de esta década está previsto que se implanten los vehículos eléctricos, por lo que las necesidades de la industria automotriz cambiarán completamente.
No se necesitarán los mismos componentes. Las reglas del juego habrán cambiado. Y probablemente las estructuras laborales no serán las mismas de ahora.
El USMCA es de suma importancia para Estados Unidos, México y Canadá. Sin embargo, según comenta Jiménez, el sector estadounidense ha acabado “llevando la voz cantante en todas las negociaciones” con la intención de que esto no acabara perjudicando a su país.
“Se estaba esperando a que se aprobaran las condiciones, que se viera que no perjudicaría a la tasa de empleos en Estados Unidos, además el Congreso exigió que hubiera un mínimo salarial”. Y todo eso, según dijo Jiménez, se ha conseguido.
No hay duda de que con este nuevo tratado comercial, los tres países quieren proteger al empleado de la industria manufacturera. También permitirá trabajar en unas condiciones mucho más óptimas que las actuales, adaptadas a las nuevas realidades y a las nuevas reglas de la economía.
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