El Escudo Nacional
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El escudo de armas de un país, como establece el filósofo, historiador y comunicador Juan Pablo Uribe, presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, es un símbolo cuyo funcionamiento abraza y traspasa la razón y el sentimiento, convocando el espíritu épico individual y colectivo. Nuestro símbolo heráldico, es la representación societal, comunal y nacional. Su respeto, afianzamiento y veneración se desprende en grado sumo, de la cohesión identitaria de los pueblos y su consiguiente voluntad de desarrollo material y espiritual. El diccionario panhispánico del español jurídico define “Escudo” como el símbolo con que se identifica un grupo, equipo, comunidad o país; pieza de piedra que, situada en la pared de un monumento, representa los blasones de un Estado, localidad, familia o corporación.
Nuestro escudo, conjuntamente con la bandera y el himno nacional, al amparo del artículo trigésimo de la Constitución de la República Dominicana tienen la categoría de símbolos patrios de nuestra nación. En este ámbito, el artículo 32 de nuestra ley suprema infiere, que el escudo nacional tiene los mismos colores de la bandera nacional dispuestos en igual forma. Lleva en el centro la biblia abierta en el evangelio de San Juan, capitulo 8, versículo 32, y encima una cruz, los cuales surgen de un trofeo integrado por dos lanzas y cuatro banderas nacionales sin escudo, dispuestas a ambos lados; lleva un ramo de laurel del lado izquierdo y uno de palma al lado derecho. Está coronado por una cinta azul ultramar en la cual se lee el lema «Dios, Patria y Libertad». En la base hay otra cinta de color rojo bermellón cuyos extremos se orientan hacia arriba con las palabras «República Dominicana». La forma del escudo nacional es de un cuadrilongo, con los ángulos superiores salientes y los inferiores redondeados, el centro de cuya base termina en punta, y está dispuesto en forma tal que resulte un cuadrado perfecto al trazar una línea horizontal que una las verticales del cuadrilongo desde donde comienzan los ángulos inferiores.
Recordemos que nuestra simbología patriótica está reglamentada por la ley número 210-19, que tiene por objeto, regular su utilización ciudadana en todo el territorio nacional, en las embajadas, consulados y legaciones diplomáticas de nuestro país en el exterior. Esta legislación también estipula a partir de los artículos 26 y siguientes, todo lo referente al uso del escudo nacional; funcionarios con derecho a portarlo; forma de emplearlo, usanza por parte de los notarios públicos, por ejemplo, en el centro de sus sellos gomígrafos o sellos secos y en la parte superior de las hojas que sirven para redactar sus actos públicos o auténticos. Además, las acciones consideradas irreverencia y ultraje a nuestros símbolos patrios, estableciendo las sanciones de rigor para los infractores de la carta magna y la legislación patriótica precitada.
Cuando visualizamos las expresiones de los expertos en materia heráldica, ciencia que explica y describe los escudos de armas de cada linaje, ciudad o persona, llegamos a la conclusión, de que nuestro gran sello de la nación fue idea del dominicano más puro y noble, de la mente mejor amueblada, el padre de la patria Juan Pablo Duarte y Díez, accionando en el tiempo al amparo del principio de reserva de ley. Para entender este enunciado, citamos al destacado historiador y prestante abogado, Wilson Gómez Ramírez presidente del Instituto Duartiano, en su libro “Simbología patriótica” segunda edición, expresa: “En el Juramento Trinitario que presentara el respetable y digno ciudadano, Félix María Ruiz, nos revela que el padre fundador Juan Pablo Duarte tuvo muy presente el escudo de armas como símbolo complementario del pabellón tricolor, en ocasión de concebir aquel trascendente documento”. El último sobreviviente de los trinitarios fundadores guardó en su memoria todo el contenido del Juramento Trinitario, corresponde al prestigioso intelectual y patriota, doctor Federico Henríquez y Carvajal, acreditar este importante dato histórico en una publicación de 1891. En el contenido de la versión de Félix María Ruiz se consigna: “(…) la República establecerá su correspondiente escudo de armas (…)”.
El reputado heraldista e investigador numismático Miguel Estrella Gómez en su afamado ensayo “Escudo Nacional en la República Dominicana” sentencia: “El escudo nacional tiene sus orígenes en los momentos en que se libraban las primeras batallas que forjaron nuestra independencia de la República de Haití el 27 de febrero de 1844”. Al referirse a él, la Constitución suscrita en San Cristóbal el 6 de noviembre de ese año, dice en su Artículo 195: “Las armas de la República Dominicana son: una cruz, a cuyo pie está abierto el libro de los evangelios, y ambos sobresalen de entre un trofeo de armas, en que se ve el emblema de la libertad, enlazado con una cinta en que va la siguiente divisa: Dios, Patria y Libertad, República Dominicana”. Estrella Gómez en sus palabras de apertura en la presentación de su colección “Evolución del escudo dominicano 1844-2010” cita: “nuestra investigación constituyó la integración de una bella colección sobre la evolución de nuestro escudo a través de la historia republicana, que posteriormente nos reprodujeran en tela los artistas de las
artes plásticas Luis Aguasvivas y Roberto Lantigua. Esa colección fue exhibida en febrero de 1983 en el Banco Central de la República Dominicana, en ocasión de la celebración del septuagésimo aniversario del decreto de Monseñor Nouel. También fue llevada en exposiciones itinerantes a diversas instituciones y comunidades del país, hasta que finalmente fuera adquirida por la presidencia de la república en 1985”.
Desde su génesis, en 1844 hasta el año 1913, nuestro blasón recibió múltiples metamorfosis, estas transformaciones, algunas a causa de las impresiones del papel moneda y otras por las reformas constitucionales de nuestro sistema político. La historia republicana de nuestra nación recoge más de una veintena de modificaciones de nuestro emblema heráldico. Nos cuenta el historiador y militar Ramiro Matos González, en su libro “Historia del escudo nacional dominicano y escudos de las provincias” Citamos: “(…) el presidente Nouel le encomienda al ingeniero Casimiro Nemesio de Moya (historiador, investigador, geógrafo y matemático) la misión de estudiar los diseños de los variados escudos que hasta este ese momento estaban siendo usados (en todo el ámbito nacional). Nos sigue explicando Ramiro Matos, “(…) entonces Casimiro N. de Moya tomando como punto de partida ese texto constitucional (el de 1908), y los diferentes diseños existentes, dibujó ese bello escudo que aparece en la Gaceta Oficial número 2376 de fecha 22 de febrero de 1913 (…)”. Siendo, así las cosas, le debemos al presidente Adolfo Nouel y al canciller de Moya la oficialidad reglamentaria de nuestro gran sello de la nación.
Es oportuno y de justicia, resaltar que el presidente de la República, Luis Rodolfo Abinader Corona, desde el día que juró, como primero entre sus iguales, exclamó “Nuestro gobierno honrará la memoria de todos nuestros patricios y nuestros símbolos patrios” y así lo ha cumplido, en su primera alocución televisiva como presidente en 2020, el cuadro con el escudo nacional que estaba en su despacho, tenía en la base la cinta de color rojo bermellón los extremos orientados hacia abajo, y procedió inmediatamente a actualizar el blasón que por años, de manera errada habían utilizado otros mandatarios. Además, después de 90 años, de uso incorrecto del escudo nacional en la banda presidencial, el presidente Abinader ha sido el primero que lo ha utilizado de forma correcta como señalaran Wilson Gómez y Miguel Estrella, dos eminentes versados en el diseño, exhibición y estudio del escudo de armas. De esta forma, el líder del Estado dominicano cumple con el mandato constitucional y las leyes que rigen la materia.
Finalmente, con la humilde intensión de educar para la utilización correcta y actualizada de nuestro gran sello de la nación, dejo en la memoria y el corazón de mis conciudadanos, el himno a nuestro escudo nacional, letras del insigne escritor y maestro Ramon Emilio Jiménez y música de Antonio Vásquez. ¡Que orgullosos contemplamos el escudo nacional tiene cuatro pabellones como símbolo triunfal! Un fecundo libro abierto, que es emblema de la luz, sobre el libro, cuán hermosa, como un ídolo, ¡La cruz! Hay dos lanzas en su fondo que parecen simular la nobleza del soldado y el orgullo militar. Al pie de la figura, cuyo fondo es un broquel hay dos ramas que se cruzan: una palma y un laurel. Y por encima del escudo cual sublime trinidad una cinta con los nombres de Dios, Patria y Libertad. Otra cinta se destaca por debajo del blasón, lleva el nombre de esa tierra que nos habla al corazón. Y en el centro las banderas ¿qué nos dicen? ¡Libertad! Y ese libro sacrosanto, ¿qué nos habla? ¡La verdad! Es la cruz del evangelio predicándonos unión, y la cruz que se levanta, ¿qué nos dice? ¡Redención! Y las ramas que se cruzan en abrazo fraternal son emblema de la gloria, simbolizan lo inmortal. Es un ara nuestro escudo donde oficia la deidad más hermosa, que es la idea bajo un sol: ¡LA LIBERTAD!
LIC. JUAN ALBERTO MICHEL G.
Abogado.
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